«LA METALPARCA. El custodio de Dioses del Metal»

Un relato corto escrito por Luishard

Amigos de Dioses del Metal, seguramente habréis pensado que es típico e incluso tópico, que una Web como la nuestra tenga un custodio tan característico como La Metalparca. Sin embargo, os aseguro que todo fue producto del caos y el azar y que fue ella quien nos eligió a nosotros. Os detallo a continuación como ocurrió todo, según lo recuerdo.

La lucha que ahora mismo se está desarrollando en nuestro planeta, la Tierra, por la supervivencia del Metal, no es nueva. Acosado por otras tendencias musicales, la oferta desmesurada y la crisis económica, languidece sin remedio. Tiempo atrás, quizás más allá de tu imaginación, en los confines del Big Bang desconocido, ya se libraban grandes batallas al respecto. 

Tal es el caso de lo que ocurrió en el Universo Acero. Allí, el Dios Metal, junto a sus tres últimos Guerreros, el Heavy, el Thrash y el Power, supervivientes de mil conciertos, estaba inmerso en una cruenta guerra, luchando por la supervivencia de su pueblo, los Metaleros. Un conjunto de seres ansiosos de vivir, rebeldes e inconformistas, que no estaban dispuestos a que otros impusieran su insulsa música. 

La confrontación fue larga y con victorias esquivas, porque el enemigo era poderoso como el trueno. Se reunieron los Poderes de las Tinieblas, así, los Cuatro Jinetes del Aburrimiento, el Pop, el Dance, el Reguetón y el Rap, junto a hordas de vinilos, cd,s y casettes, cargados de asesinos decibelios, exterminaron una tras otra la vida metálica de los planetas. Sin pausa, fueron sucumbiendo los guerreros Death, Black, Progresivo y tantos otros, que acudieron en defensa de uno de los últimos bastiones independientes, el Mundo Rock y nuestro pueblo se convirtió en una raza en peligro de extinción, agrupándose todos en el último planeta libre, Metalfín.

Ante el desarrollo de los acontecimientos, el Dios Metal, cuyo lema era “Resistiré”,  pidió ayuda a las Diosas del Destino y a su demanda acudió presta la Parca. Sin embargo, ésta portadora de la Muerte poca cosa pudo hacer, tal era el poder diabólico de los Cuatro Jinetes. Al fin y al cabo, todos los invasores enemigos estaban ya muertos, pues eran zombis sin vida natural, no sentían lo que eran los riffs, los punteos aguerridos de seis cuerdas ni el significado del cabeceo. Batalla tras batalla, concierto tras concierto, de esta unión nació nuestro personaje, La Metalparca, poseedora de gran parte de los poderes de sus progenitores. Su infancia no es motivo de esta historia, solo deciros que creció entre el Metal y la sangre, entre conciertos y derrotas, pero siempre con una única cosa en su mente, proteger esta música, su pasión.

Año Incierto. Planeta Metalfin. El último concierto. La última batalla.

Dios Metal. Parece que ha llegado la hora, los acordes enemigos nos asedian, reuniré a los supervivientes y saldré al último concierto a darlo todo, no estoy dispuesto a que nos impongan los grilletes de la represión. Si desaparezco, quiero que el fruto de nuestra unión franquee la Puerta del Destino, para comenzar la resistencia al otro lado del silencio. Tras estas murallas, no hay nada más que criminales disfrazados y seres sin razón ni piedad. Prométeme que la pondrás a salvo cueste lo que cueste, mi fiel consejero Perro Viejo te ayudará a dar el paso final.

Parca. Tocaré madera, no temas, se hará como dices. Ahora sal ahí fuera, engalánate de tus riffs más fieros, de tus punteos más afilados y demuestra porqué eres el Dios del Metal, que prueben el castigo de tus guerreros y no vuelvas sin ellos. Será la última actuación, sí, pero el lleno reventará la sala de batalla y quizás cercenes la cabeza de algún Jinete del Aburrimiento, procura que sea el Reguetón, no lo soporto.

Dios Metal. Me llevo a todos y todo, incluido a las baterías de martillo neumático, los bajos revienta cristaleras y a todas las grandes voces. Después de esta actuación ya no habrá nada más. 

Dicho esto, reunió a los de siempre, sus fieles Heavy , Thrash y Power  y a los últimos vestigios que quedaban del Doom, Death, Black, Rock, Speed  y tantos otros, que después de  milenios de conciertos y lucha eran poco más que reflejos de su antiguo esplendor. Un variopinto ejército de estilos cuyo único objetivo era la supervivencia.

La batalla fue horrible, no se hicieron prisioneros, el Metal resonaba por todo el escenario haciendo palidecer por momentos a los Cuatro Jinetes. El Power cabalgaba sembrando el terror, la potencia del Thrash aniquilaba a miles y el contundente Heavy se enzarzó en un combate singular con el Rap. Por doquier saltaban afiladas chispas y esquirlas incandescentes, fue un concierto para la eternidad, pero era tan solo un espejismo. Al final de los tiempos, superados en número, fueron cayendo uno tras otro. La última escena fue ver al Dios Metal entonando los riffs de Screaming For Vengeance, atravesado su cuerpo por miles de acordes de Dance, junto al ya caído a sus pies, Eddie The Head. El último de los últimos había sucumbido.

Reinó el silencio total. Después, en la lejanía, se escuchó a Lady Gaga entonar  “en tu fiesta me colé….mucha niña mona pero ninguna sola” arropada por multitud de sintetizadores. La fatal noticia no tardó en llegar a Metalfín. 

Parca. Es el principio del fin, desaparecido mi fiel compañero, todo ha terminado, no hay esperanza para esta forma de sentir la música, espero que algún día visite la Muerte a los Jinetes. Debes de inmediato ponerte a salvo cruzando la Puerta del Destino.

Metalparca. Déjame salir al escenario, vengaré el alma de mi padre, ¡malditos, malditos sean vuestro nombres!.

Parca. ¡No!. Busca a otros, los Metaleros no pueden haberse extinguido en todos los universos temporales, protégelos y evita que el Metal desaparezca. El resurgir debe ser como el estallido de un obús.

Sin tristeza, pues solo el odio y las ansias de venganza recorrían sus huesos, La Metalparca atravesó la Puerta sin mirar atrás, balbuceando, “moriré con la botas puestas”. 

Desconozco cuanto tiempo pasó, pues esa dimensión puede alterarse, quizás trascurrieran varias eternidades cuando, casi por casualidad, topamos con ella. Fue tras la finalización de un Leyendas del Rock, hace ya tanto que casi ni nos acordamos. Nos conjuramos en acudir todos, pues reunirnos no era fácil. Íbamos hacia el aparcamiento rugiendo los mejores estribillos escuchados, vociferando los detalles de las actuaciones, apurando las últimas cervezas, cuando, en medio de la penumbra, allí estaba ella observándonos y blandiendo la hoz. La verdad es que no nos sorprendimos, tal vez sentíamos que compartíamos la misma música, al fin al cabo el Metal es nuestra guerra y vive en nosotros.

Metalparca. ¿Acaso sois vosotros descendientes de los Metaleros?, llevo dos eternidades buscándolos.

Dioses del Metal. Dios Crom. ¿Quién eres tú, una sombra en la oscuridad?.

Metalparca. Mi nombre es lo de menos, pero podéis dirigiros a mí como La Metalparca, soy un fuera de la ley, descendiente del Dios Metal. Busco a los últimos, a aquellos que hacen de esta música su pasión, que invierten su tiempo libre en difundirla, en hacerla más grande. Si sois vosotros los elegidos, tengo la misión de ayudaros y protegeros. ¿Qué podéis ofrecerme?.

Dioses del Metal. Dios Rob Jalford. Sí, nosotros somos, descendientes de aquellos a los que exterminaron los Cuatro Jinetes. Aquí y ahora, luchando a muerte por esta música. No quedan ya muchos, pero tenemos nuestras armas para alzarnos con la victoria, para que se llenen los conciertos, para reseñar grandes discos, porque somos los que más.

Dioses del Metal. Dios Crom. Déjame que te presente a los Dioses y sus armas, seguro quedarás complacida. Ya conoces al Dios Rob Jalford, que encarna el Conocimiento, Moralabad lancea el Progresivo, Valkiriana fustiga con el Sentimiento a todo lo que le ponga por delante, Newhunter tiene el Power por bandera, Rockberto es el último guerrero del Rock, Luishard agita el Heavy con la Pasión, Christian Dárdez enarbola sin compasión la Sinceridad, Nuri golpea con la Fortaleza y yo, Crom, el primero entre iguales, tengo algo de cada uno de ellos, digamos que soy el Ariete. Abro brecha en conciertos, bandas y discográficas con un único fin, ganar esta guerra que dura ya demasiado y que poco a poco siento que estamos perdiendo.

Metalparca. Sin duda sois dignos descendientes de los Metaleros, hermanos del Rock and Metal, concebiré con vosotros satánicos planes para acabar de una vez por todas con los Cuatro Jinetes. Estaré con vosotros al pie del cañón, para ello custodiaré a partir de ahora vuestra web, Dioses del Metal.

Y así fue como llegó a nosotros. Aquí y ahora, todos a una, apurando los últimos malteados, alzamos los puños astados y rugiendo al tiempo gritamos “Siempre Metal”. Un saludo metálico a todos.

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