Los dados están en el aire…

Templo del Metal. Hospital de Campaña.

Unos instantes después de que los dados cayeran sobre el escenario. La escena era propia del mismo Hades, caos y destrucción, instrumentos destrozados por doquier, gemidos de dolor, altavoces reventados y un olor nauseabundo, propio de la misma Muerte, recorrían el aire, sin que ventanas abiertas y ungüentos pudiera disimularlo.

– ¡¡Crom, Dios Crom!!, abre los ojos, despierta, ¡por Odín, no te vayas ahora!, exclamó el Dios Luishard. ¡Un punteo lleno de alma para él, a que esperáis, deprisa!.

Allí estábamos todos, en torno al camastro donde yacía el primero entre iguales, con su armadura destrozada y la cota de malla hecha jirones, múltiples heridas ensangrentadas recorrían su cuerpo. Exhaustos, doloridos y con el sabor de la victoria deleitándonos, contemplamos como volvía en sí. La Diosa Nuri suspiró aliviada.

Sus ojos eran febriles y la voz imperceptible, pero seguía con nosotros.

– Hermanos…Dioses…, -alcanzó a balbucear-. ¿Aún sigo vivo o estoy ya en el Valhalla?

– ¡Maldito loco!, casi te dejas matar por esos poperos, ¿en qué pensabas, cuando te lanzaste con la Guardia Personal como un poseso tras los Thrashers de Nuri?, ¿quién hubiera ocupado tu lugar, si caes, para dirigir a esta pandilla de zumbados, Wotan?, interpeló cariñosamente el Dios Rob Jalford.

– Jajaj…..arggg…hace falta mucho más para acabar conmigo que unas letras pringosas y melodías chorreantes, ¡joder, dejadme espacio para respirar!, estoy bien..….jodido. ¿Qué pasó?, solo recuerdo la carga junto al Dios MikeYoung  y muchas cabezas del Pop rodando a mi alrededor.

La alegría por haber sobrevivido al envite del destino, por estar de nuevo juntos, por vencer, mejor dicho, por haber destrozado a las huestes de los Cuatro Jinetes del Aburrimiento, se empañó débilmente porque no pudimos eliminarlos ni cogerlos prisioneros, la Guerra continuaría en otro lugar. Pero ahora no era momento de lamentaciones, la Victoria era la dueña de nuestros sentidos, había sido el mejor concierto que se recordara en milenios.

Sudoroso, con escalofríos, consumido por la fiebre….- Metalparca, cuéntame, dime como fue todo, como volaron los dados y tocaron el suelo…no te dejes un solo detalle….Suplicó el Dios Crom. – Esa apuesta al triple 6,…, apenas recuerdo…, la carga….

Colina del Riffeo asesino. Posición dominante tras el escenario de las Bandas de los Dioses del Metal.

Era un amanecer gélido, como el de muchas actuaciones de esos pequeños grupos que quieren hacerse un hueco en la escena musical, seguir en la brecha, sí, son buenos, pero el público, ese juez inmisericorde, no les corresponde. La niebla hacía sudar las corazas y contraer músculos, más de uno jugueteaba con su guitarra o bajo, haciendo gemir las cuerdas como si fuera la última vez. Allí, en el altozano, el Dios Crom, junto a su Guardia Personal, Nuri y sus Thrash, MikeYoung y Metalparca observaban los despliegues. No muy lejos, los Jinetes del Aburrimiento los esperaban.

– ¡Que las llamas del Tártaro los devoren eternamente!, exclamó el Dios MikeYoung al verlos en el horizonte.

– Bueno, pues creo que ha llegado la hora de lanzar esos dados, que me están quemando entre las manos, bromeó Crom. Bien,… ¡¡levantad la señal, estandartes al viento, siempre Rock, siempre Metaaaaaal!!, rugió.

¡¡Venganza!!. Un estremecedor alarido recorrió el escenario, como si todas las condenadas almas del Hades despertaran al olor de la batalla. Allí estaban todos, tal como lo habían planeado tiempo atrás, en el Cuartel General de Dioses del Metal,  en los mismos Confines del Hades.

Centro del escenario. Tres Dioses se la juegan en la primera tirada.

No era momento para pensar en los agujeros de gusano atemporales. El Dios Moralabad estaba muy intranquilo, tanto, que su campeón Megadeth tuvo que ponerle un par de pistas para que se relajara. No era para menos, iba a sufrir el primer empuje del Jinete más poderoso, el Pop. Debía avanzar en luna creciente, sentir el choque, amortiguar el impacto inicial y retirar el centro lentamente hasta formar una bolsa. Y todo sin resquebrajar la línea, que debía mantenerse intacta, apoyándose por detrás, en las pesadas fuerzas rockeras al mando del Dios  Rockberto. Una misión hercúlea digna de un Dios del Metal.

– No fallaré, pensó para sí. ¡¡Progresivos!!, bramó a los suyos, ¡en tiempos duros, cuando los conciertos son más duros, los corazones deben ser de puro Metal!, aguantad y yo mismo os serviré los teclados en el Paraíso, un disco de platino por la cabeza del Pop. Asintiendo, una oleada de teclas y carrusel de melodías recorrieron sus Bandas. Miró un instante hacia la colina y vio la señal de Crom. Lanzó el primer dado y avanzó…

Detrás, el Dios Rockberto mascullaba sin cesar. -Triple 6, triple 6, …aguantar el centro de Moralabad, no retroceder jamás… Poseído por la típica pegada de cañonero, se volvió a los suyos.

 -¡¡Rockeros, acaso hay algo mejor que hacer sentir el martillo de Thor al enemigo!!

Un demencial “¡¡siempre Roooock!!” hizo temblar los cimientos del escenario. A la voz, ¡avanzaaad!, toda la ordenada masa de Piedra y Rollo inició un paso cadencioso al frente.

Desde luego la moral era alta. Más atrás, solo el Dios Christian Dárchez parecía presentir el peligro. Sí, eran fuertes aquí, pero sabía cómo se las gastaba el Pop, sería una lucha a muerte, sin cuartel, sin prisioneros. Miró un instante a los suyos. Bandas underground argentinas, en ellas confiaba ciegamente, pero lo que quedaba del Death, Black y Speed, ….eso era otra cosa, casi refugiados sin moral, sería difícil mantenerlos cohesionados. Un estremecimiento recorrió su curtido cuerpo. ¿Qué pasaría si se rompía el frente?, todo estaría perdido, el final, se acabaría el Metal, el Rock, todo lo que habían conocido y amado, después de tantos años de lucha, de sufrimiento. Absorto, apartó esos lúgubres pensamientos y se aprestó para la batalla.

Derecha del escenario. Dos Dioses se la juegan en la primera tirada.

Perfectamente alineados, entre un mar de altavoces, esa zona era un hervidero de buenas guitarras, baquetas astilladas, bajo golpea esternones, coros atractivos y melodías pegadizas. Los Heavys estaban en forma y los Dioses Luishard y Valkiriana aún más.

– Bueno Valki, -como cariñosamente la llamaba en momentos de tensión-, hasta aquí hemos llegado, comentó jocosamente Luishard.

Él estaba dispuesto en la zona interna, con sus heavys extranjeros, a la izquierda de la Diosa Valkiriana y tendría al jinete Reguetón como adversario. Confiaba ciegamente en que su punta de ataque, el triplete de la muerte,  Iron Maiden, Judas Priest y Accept, pasarían por encima de esos tipos de voces tropicales y ritmos aplatanados. Solo había un pensamiento en su cabeza, vencer o vencer.

La Diosa no estaba preocupada, solo pensativa, Bloque, Guadaña y tantos otros grupos nacionales estaban curtidos en mil combates y el Rap no era enemigo para ellos, o eso al menos suponía ella. Sonrió al oír el diminutivo de su nombre y asintió.

– Sin piedad, Luishard. ¡Que rujan los punteos y revienten cuerdas vocales los coros! El Sentimiento se había apoderado aún más de su ser.

Ambos estaban atentos a la señal convenida para iniciar el avance y verla ondear en el horizonte fue un alivio, era el principio del comienzo, otro dado cortaba el aire…

Izquierda del escenario. Dos Dioses se la juegan en la primera tirada.

Debían golpear juntos al Dance. El Dios Newhunter siempre lo había tenido claro, sus Power japoneses irían en punta de lanza y esos no se andan con remilgos, cortan el aire incendiándolo todo, dejando un rastro de desolación. Estaba en el extremo y en la acometida no debía separarse mucho del Dios Rob Jalford. Éste estaba más que impaciente.

-¡Vamos Crom, por todos los Dioses del Metal, alza ya la señal, se nos van a echar encima!, exclamó mientras caracoleaba con su Gibson.

-Tranquilo Rob, oigo al Dance pero aún tenemos tiempo. -¡Mira!, advirtió excitado Newhunter, allí está, un destello, la espada de la Web… Avanzaron juntos, el último dado fue lanzado…

La Metalparca quería continuar el relato, al fin y al cabo quedaba lo más interesante, pero la Diosa Valkiriana le advirtió.

-No sigas, se ha dormido, será mejor dejarle descansar, mañana será otro concierto y esta vez llenaremos, hemos vencido. Todos asintieron, debían prepararse para otra noche memorable. Un saludo metálico a todos.

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