«Scorpions mandan»

Escrita por José Meh

La jornada del viernes del Resu empezó mal. Muy mal. Rematadamente mal. Un cambio de horarios repentino, que adelantaba alrededor de una hora todas las actuaciones del Main Stage salvo la de Scorpions (y Angelus) por motivos «logísticos», que no me acaba de valer como única explicación, trastocaron bastantes planes entre la gente que echó un ojo a las RRSS y vio el percal. En mi caso me obligó a entrar corriendo al recinto, pues Santo Rostro pasaban de tocar a las 15:35 a hacerlo a las 14:30 con el anuncio realizado a las 14:25. Valiente putada para este trío de Jaén, una de las bandas nacionales que más ganas tenía de ver (hay peña a la que nos importa el ‘underground’) y que no solo tenía un escenario desmesurado para su propuesta (no entiendo por qué no tocaron en el Desert, su territorio), sino que además tuvo un sonido acorde al desastre alrededor de todo, con una voz que prácticamente no se oía entre unos instrumentos que no conseguían crear la atmósfera necesaria para transmitir el enorme Stoner/Doom que son capaces de hacer. Ellos, con cara de circunstancias, lo lucharon como pudieron y lograron sacar el concierto adelante frente a un público escaso. Una lástima porque, insisto, Santo Rostro se dejaron el alma para superar las adversidades con las que se encontraron, pero era como intentar hacer rayas en el agua. Me quedo con las ganas de verlos en condiciones normales porque me parecen una banda brutal injustamente tratada.

 

En fin, aún con el mosqueo en la cabeza, aproveché para acercarme al Ritual Stage a ver a Pandemia. Va, lo voy a reconocer aunque me vayan a matar, de primeras no entraba en mis planes entrar a las 15:00 a verlos pero, ya que estaba dentro por el cambio de horario de Santo Rostro, nada me impidió acercarme a ver el despliegue de los cántabros. Con un Thrash de manual, recogiendo el testigo sónico de los Exodus, Testament y similares, venían presentando su último disco de estudio, Behind Enemy Lines y ni siquiera la lesión de rodilla de Rober, vocalista, que tuvo que tocar sentado en una silla, impidió una gran (aunque lamentablemente corta) sesión de ‘sit down Thrash Metal’ como la definió el mismo con la sencillez que le caracteriza. Pese al percance la verdad es que dieron un buen bolo, con un buen sonido y mucha actitud de Thrash ochentas llevado a la actualidad. Pudimos escuchar temas de su nuevo trabajo como Running Out Of Hope, Suicide Squad, Message Of Death o Pandemia mientras metían cera ante un público poco numeroso pero bastante fiel a la banda, con bastantes amigos que los habían acompañado desde Cantabria. Llegaron a volar hasta tangas rojos hasta el escenario, la pasión estaba desatada y me sentí tentado a lanzarles mis gayumbos sucios, pero igual era demasiado, la jornada estaba empezando y aún no iba lo bastante ebrio. Continuaron con Eat My Guts, de su anterior EP Aggression Desires (2015), antes de cerrar con el single y tema título de su nuevo LP, el mencionado Behind Enemy Lines. Un buen bolo de una banda que me ganó con ese par de cojones que le echan a su clásico Thrash Metal. Tras ellos, tomándome un respiro, vi a los alicantinos Virgen, que venían en una de las últimas fechas de la gira de Polsaguera, su último LP. Ante poca gente y con un sonido espantoso (insisto en que lo del Main Stage, casualmente hasta que salió Scorpions, fue horroroso durante un día y medio) derrocharon actitud y ganas, incluso con el vocalista metiéndose a animar un circle pit entre el público y celebrando el poder estar en el escenario principal del Resurrection Fest tras varios años viniendo como fans. Los disfruté bastante más en Palma hace tres años, donde tuvieron unas condiciones más acordes a su estilo.

 

Turno para unos gallegos, los Death metaleros Barbarian Prophecies, banda de esas que generan respeto y transmiten autenticidad desde que escupen el primer acorde. Sin excesivos adornos ni pose, salieron a repartir su crudo Death Metal, tosco, sin ningún amago de melodía para edulcorar, como un café puro, sin azúcar y con un chorrito de whisky (de los carajillos que ponen en Viveiro hablamos otro día, ahora que lo pienso) para darle matices. Bien liderados por Alicia, su frontwoman, muy activa manejando los tiempos del show y moviendo al personal, cumplieron de sobras con su papel interpretando temas como Anger, The Hidden, Secret Of Creation, la enorme Path Of The Soul y Punishment Of Oblivion, que sonó que dio gusto, para terminar con Embrace Of Insanity, posiblemente su mejor tema en la opinión del que les escribe en la media horita que tuvieron y que convirtieron en treinta minutos realmente intensos y altamente arriesgados para nuestros cuellos. Buen concierto, desde luego. Un descansito escuchando a lo lejos a The Contortionist, sin poderlos valorar como merecen, y de vuelta al Ritual donde me tocaba un encuentro especial. Los vascos Rise To Fall, a los que hace tiempo que quería ver, se presentaban en Viveiro en la última fecha de presentación de End Vs Beginning, disco con cuya reseña me estrené en Dioses del Metal, así que era cosa de justícia poética verlos en el primer Resu al que voy acreditado como redactor de la web. Dejándonos de hostias, lo cierto es que dieron un auténtico bolazo. Abrieron con el tema End Vs. Beginning seguido de Parasites con sonidazo y una puesta en escena que transmitía contundencia y precisión. Un regreso al pasado con Redrum y Whispers Of Hope, de mis cortes favoritos de su carrera, que siguieron con las hostilidades de cada vez más gente frente al escenario mientras Rise To Fall se mostraban muy enérgicos y con tablas, dejando claro que no son unos novatos en esto de merendarse escenarios. Tres cortes más de su último disco como son Thunders Of Emotions Beating, Burning Signs y el single The Treshold dejaban paso a que Decoding Reality rematara el concierto y con él la gira. Ahora ya encaran la salida de su cuarto disco de estudio, previsto para el próximo 30 de septiembre. Habría sido top poder escuchar algún adelantito, pero el tiempo del show, desgraciadamente, no daba para más.

 

Antes de volver al dichoso Desert Stage (lo mejor que hizo el Resu en su historia) me quedé un rato a ver el despliegue de Rise Of The Northstar, una de las bandas más esperadas del festival y herederos del testigo de tótems que le dan ligeros toques grooveros al Hardcore como Hatebreed o Sick Of It All. Más de uno, desgraciadamente, se los perdió por la chapuza del cambio de horarios mencionado al principio, a mi me valió para ver veinte minutos de su portentosa actuación. Sonaron como todo el Main Stage ese día, no hace falta que me repita, pero armaron un pifostio importante en mosh pits, circle pits y todas esas historias. Hubo hostias como panes ante la potente descarga de los franceses, que seguro no tardarán en volver al Resu. Pero yo tenía otros planes, el anterior trabajo de The Wizards, Full Moon In Scorpio, me dejó el culo torcido de mala manera y quería verlos en directo en aquel Desert Stage donde dieron, fácilmente, uno de los mejores bolos del festival. Con un sonido y una actitud de banda veterana y con años de tablas mezclado con la frescura de una banda joven, su Hard Rock mayormente setentero con dejes Heavys atronó en todo Viveiro y todo el setlist se basó en el mencionado LP. Avidya, Calliope (Cosmic Revelations) y Odinist hicieron bailotear a una buena cantidad de gente agolpada en el escenario ‘rarito’ del Resu que se cantó las letras de todos los temas de los bilbaínos. Un sonidazo, una instrumentación sólida y una voz bien engrasada de parte de un vocalista hiperactivo, muy participativo con el público y con una presencia importante, escupieron más cortes como Halftones to Eternity, la gigantesca Who Are You, Mr. Gurdjieff? O Conjure, única representante de su debut de 2015, que dejaban paso al misticismo contenido en las melodías de Stardust, el que me parece su mejor tema sin lugar a dudas y con el que dieron por terminado un concierto estratosférico, demostrando ser una banda de primerísimo nivel también en directo. Estoy convencido de que se ganaron más de un fan en aquella soleada tarde.

 

No, no tengo tiempo de parar, tronco, tocan Suffocation en el Ritual. Ya cenaré cuando salgan Megadeth, que los tengo más vistos que el jeto de Cristiano Ronaldo, pero a Suffocation los veo como hay Dios. Y menos mal que lo hice, pues fue otro bolo de primer nivel, con una formación nuevamente vapuleada con la marcha de Frank Mullen en marzo, bien sustituido por Ricky Myers (Sarcolytic, Disgorge) que se dejó el alma liderando el muro sónico de técnica burra de sus compañeros. Suffocation sonaron como un cañón, reventaron los cuellos de todos los presentes y dieron una puta lección en lo suyo con una presencia sobre las tablas digna de banda grande. Temas de su último disco como Clarity Through Depravation o Return To The Abyss, junto a clasicazos como Effigy Of The Forgotten o Catatonia hicieron vibrar todo Viveiro y parte de Lugo a base de una insana marabunta de tralla. Con Infecting The Crypts cerraron un show que se puede definir como un zapatazo en la boca con una bota de clavos. Enormes.

 

Ahora sí podía relajarme unos minutos, ir a por un tentempié (nunca tuvo más sentido ese nombre) antes de ver un ratito a Megadeth en su segunda visita al Resu. De camino me encontré a los británicos Paradise Lost firmando en el stand de Thunderbitch, bastante majos para ser una banda de Gothic Doom. Luego ya sí, me posicioné bastante atrás, ya vi a Megadeth en el Leyendas e intuí bien que no iba a ser un show muy distinto, con la diferencia de que su horario, 19:25, les ponía el lorenzo en la cara, cosa que siempre le quita glamour al show de una banda grande. Abrieron con Hangar 18 y Dave Mustaine demostró que, a nivel de voz, se encuentra en su mejor momento en muchísimos años (no era difícil mejorar lo presente, claro). Además, como aprecié y comenté en el Leyendas, Kiko Loureiro le ha venido como cuando encuentras un billete de 10 euros en el bolsillo de tu abrigo al ponértelo después del verano, un descubrimiento que te salva la tarde. El brasileño le da mucha vida al directo de Megadeth, permitiendo que la estática posición de Mustaine abulte menos, dando bastante energía al show y liberando en diferentes aspectos al vocalista pelirrojo. Más allá de eso el concierto fue poco más que correcto, sin grandes alardes y basado en un setlist plagado de clasicazos junto con algunos cortes del buen disco que fue el último Dystopia, que funcionan bastante bien. Así, cortes como The Threat Is Real, Sweating Bullets o Take No Prisoners movieron bastante al personal de las primeras filas, siendo uno de los conciertos de Megadeth con más movimiento que he visto hasta el momento. Cuando acabó Tornado Of Souls le hice la cobra a Mustaine y me acerqué al Desert a ver a Niña Coyote Eta Chico Tornado, una banda dúo, Niña Coyote a la batería y Chico Tornado a la guitarra y voz (me hace mucha gracia pensar que se llaman así, perdonadme), sin más, metiendo una ceraca que parecía que había veinte personas tocando. Un rollete Stoner, algo de dejes setenteros, riffacos bastante elaborados, letras en euskera, alternando el graciñas con algún eskerrik asko y mucha energía en los trece temas que pudieron tocar, de los que pude ver la parte final con cortes como Ulehertu, Ariñau, Coyote Trail o Killin, mientras los soltaban sin parar en un set de temas cortos, rápidos y sin descanso. Entre pitos y flautas no los vi mucho rato, pero les bastó para encandilarme con su propuesta, me queda pendiente verlos mejor y darles sus escuchas en casa. Posteriormente me comentaron que también patearon culos en el festival de la competencia madrileña, banda a tener en cuenta sin duda.

 

El cuerpo me pedía un rato de relax total, sin mucho movimiento, así que aproveché para ir un rato a la zona de prensa a sentarme, tomar un Monster de esos y esperar a la descarga de Monolord, con los que me quedé algo frío. Es lógico que su Stoner/Doom no sea un estilo que pida mucha interacción con el público, pero el trío sueco me dejó una sensación extraña. A ver si me puedo explicar escribiéndolo… ellos le pusieron energía y sonaron bien, pero me daba la sensación de que había una barrera imaginaria al filo del escenario que hacía que nos separase un abismo entre el público y la banda. Sin contacto visual, sin gestos para animar al público… sin transmitirme absolutamente nada. Igual simplemente son manías mías, igual tenía las expectativas muy altas, pero lo cierto es que el concierto de Monolord me supo a poco y solo me transmitió frío, una lástima. En el otro lado tocaban Leprous en un solape doloroso, pero leí a algún compañero que les cortaron el concierto de golpe (Scorpions luciéndose durante todo el día, por lo visto) así que mejor no haberlo visto porque igual mi cabreo habría sido monumental.

 

Dicho esto, pues era el momento de Scorpions, a los que vi de lejos sin prestarles demasiada atención, nunca fui muy seguidor de los de Klaus Meine y el setlist que traían no me generaba más interés. Me levanté a prestarles atención a partir del momento baladas encabezado por Send Me An Angel y Wind of Change, seguidos de un poderoso homenaje a Lemmy perpetrado por DON Mikkey Dee en una batería flotante que se alzó hasta lo alto del escenario mientras Scorpions interpretaban el seminal Overkill y salían imágenes del malogrado líder de Motörhead en el pantallón del escenario. Momentazo top en el concierto de los alemanes que, tras varios minutos de buen sonido (a partir de aquí empezó a sonar a Main Stage, fíjate) pero show poco más que correcto, empezó a ir para arriba con Blackout y Big City Nights, demostrando que al final, si tiras de tus clasicazos, puedes levantar el show más ‘muehno…’ de tu carrera. Para los bises quedaron, cómo no, Still Loving You y Rock You Like a Hurricane, que sirvieron para que, al menos, pueda decir que vi a Scorpions una vez antes de morir aunque fuera casi desde Ourense. El recinto, por cierto, estaba a reventar y aún así no hubo excesivos problemas de saturación más allá de unas lógicas colas en los baños tras el show de la banda que más gente mete. Así que punto para el Resu en ese aspecto un año más.

 

Yo ya me encontraba en el Ritual Stage esperando a ver, por fin, a Paradise Lost. Que ya los tuve delante el año pasado en el Rock Fest, pero una banda de Doom Metal tocando en Barcelona a las cuatro de la tarde con el son en la cara… en fin, ni lo cuento como haberlos visto. Esta vez sí pude saber lo que es un concierto de los de Halifax, sobriedad y elegancia a raudales mientras Greg Mackintosh saca las melodías de su guitarra con gran maestría. Nick Holmes me sorprendió en temas de voz, le veo bastante mejor de lo que pude apreciar en anteriores directos (en video) de la banda. Abrieron con No Hope In Sight, de su disco The Plague Within, y le siguieron las recientes Blood & Chaos y From the Gallows, mientras Holmes hacía gala de su fino humor británico agradeciendo a Scorpions el haber calentado al público para ellos. Momentos para el gigantesco Draconian Times con Forever Failure, que sonó a Dios, o Shadowkings entre otros temas como Requiem o As I Die para oscurecer aún más la noche gallega con un show que acabó antes de lo que esperaba con Embers Fire, dejándome con ganas de escuchar Say Just Words o The Last Time, temas con los que suelen cerrar sus shows, lo cierto es que me pareción un final algo brusco a su show y me quedé con la mosca detrás de la oreja, como al inicio de la jornada.

 

Para cerrar el día nos encontrábamos con Angelus Apatrida, la banda nacional con más proyección hacia fuera de nuestras fronteras. Recién regresados de su gira europea con Trallery y Skeletal Remains, Angelus volvían pletóricos al Resurrection, al que bautizaron como la Meca del Metal nacional, para presentarnos su Cabaret De La Guillotine, un disco de muy alto nivel que ya comenté en esta misma web. Esta vez con Adrián de In Mute en la batería, sustituyendo a Victor Valera que sigue convaleciente de su operación (abrazaco y mucho ánimo para él) y un fulano disfrazado de pulpo dejando en evidencia a cualquier Vic Rattlesnake o Eddie que se precie, Angelus Apatrida dieron el concierto de sus vidas en un escenario principal, por fin, a su medida. Atronando como nadie había logrado en esas tablas, repartieron temas de prácticamente toda su discografía como Immortal, Sharpen The Guillotine, Vomitive u Of Men And Tyrants mientras nos demostraban que no paran de crecer como músicos, alucinando con el nivel de toda la banda (destaco a Davish a la guitarra, que me cago en Dios como la exprime) y con una puesta en escena absolutamente brutal. La comunión banda-público era brutal, los músicos se encontraban como en su casa en ese monstruoso escenario y entre tema y tema hablaban con el respetable como el que le habla a un colega en un bar, con esa sencillez que espero que no pierdan nunca. Violent Dawn, Downfall of the Nation y End Man dejaron paso a un potente wall of death en Give ‘Em War en el momento de más explosión de su show. Los de Albacete, por fin, tuvieron la oportunidad que merecen de jugar en la liga de los grandes y los dejaron en bragas, les patearon el culo y demostraron por qué están donde están. La peña podrá decir que si «joer, otra vez los Angelus que pesaos blablabla» pero tronco, por mi que toquen cada año, es de esas bandas que no me canso de ver.

 

You Are Next fue el último tema que escuchamos en la jornada del viernes, una jornada marcada por el desastre de los horarios, que podría haber sido aún más desastroso si Megadeth o Scorpions (no tengo claro de cuál pudo ser la culpa, he escuchado varias versiones con la misma veracidad que el Marca anunciando fichajes) hubieran tenido que cancelar su bolo. Al final está claro que la organización no lo hizo por gusto, joder, es evidente, y aunque fue una chapuza importante, son cosas que le pueden ocurrir a cualquiera. Dicho esto, la jornada transcurrió con unos conciertazos enormes, donde pude ver a muchas bandas nacionales que es complicadísimo que vengan a las Islas Baleares y terminé con la satisfacción de ver a Angelus Apatrida, unos tíos que lo merecen más que muchos, triunfar en un festi que ya pueden considerar su casa. Ahora falta la jornada del sábado…

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