Iron Maiden + The Raven Age (13 y 14-07-16) – Barclaycard Center, Madrid/Estadio La Cartuja, Sevilla

“Iron Maiden, atronadores e imponentes.”

By lachicamapache & EliAngelofDeath

El pasado miércoles tuve la oportunidad de ver a Iron Maiden de nuevo por primera vez, especifico ese “de nuevo” básicamente porque la primera ocasión que tuve de ver a la Doncella de Hierro me pilló con dieciocho años y una cerveza de más. Esta vez he asistido más que preparada y puedo asegurar que fue un espectáculo tremebundo. 

Eran las nueve en punto cuando un Doctor, Doctor (please) inundó el Barclaycard Center haciendo enloquecer al público presente, una audiencia que comprendía desde los seguidores más veteranos de la banda, hasta pequeños de unos seis años que, en ocasiones, parecían hasta más emocionados que sus progenitores. Aunque, desde luego, no importó la edad de ninguno de los presentes, puesto que cuando los Maiden se proponen dejarte con la boca abierta, lo logran. Así lo hicieron con un terrorífico y atronador vídeo en el que presentaban el espectáculo, así como la estética que sigue The Book of Souls y que sirvió de introducción a la historia que narraron los británicos sobre el escenario canción a canción. 

Un Bruce Dickinson más que preparado nos recibió sobre un impactante escenario inspirado en las ruinas mayas y con el rostro dentro de un cáliz humeante desde el que interpretaba los primeros versos de If Eternity Should Fail. Cuando la canción lo requirió, se unieron a él McBrain, Harrys, Murray, Smith y Gers con sus respectivos instrumentos y muchísimas ganas de dar un buen espectáculo. Sin embargo, fueron las primeras notas de Speed of Light las que arrancaron los gritos de exaltación del público y animaron los cuellos de aquellos que se encontraban entre gradas. 

La verdad es que los primeros 45 minutos de concierto consistieron en una selección de temas no muy acertados, que no mantuvieron la emoción de los asistentes en un continuo crescendo, sino que más bien se trató de altibajos musicales, en los que Bruce consiguió la máxima atención cuando introdujo Children of The Damned y Tears of a Clown, tema que, recordó, está dedicado a Robin Williams. Y fue justo al terminar este último tema cuando hubo un punto de inflexión y el espectáculo cambió y creció tremendamente. No solo se mantuvieron los cambios de fondo, que habían acompañado los temas anteriores y que contenían desde junglas amazónicas a Eddie ocupando el centro de una especie de mandala maya y hasta unas cartas de Tarot protagonizadas por este mismo personaje; sino que también empezaron los cambios de vestuario y el verdadero show que todos habíamos ido a ver. 

The Trooper fue la clave. Nos encontramos a un Dickinson que parece recién salido de la batalla y que se mueve, como si siguiera en la veintena, de un lado al otro del escenario ondeando la bandera británica con pasión. Si bien los Maiden demostraron ganas y fuerza desde el primer momento, es aquí cuando se todo el público se les entrega ciegamente. Como anécdota, Bruce atrapó a Janick Gers con la bandera creando una situación de lo más cómica que no afectó, de ningún modo, en la habilidad y técnica del guitarrista en su parte de la interpretación de la pieza. 

A partir de aquí, la excitación global de los asistentes subió como la espuma y eso se notó. Si bien, Gers no había parado de hacer cabriolas con la guitarra y de patear todos los reflectores del escenario de pura excitación, consiguió superarse canción a canción. Asimismo, Adrian Smith nos conquistó uno a uno con sus solos interminables e imposibles mientras que Dickinson saltaba como un chiquillo de todas las plataformas que se lo permitían.  

Bruce demostró ser un amante de los disfraces y se le vio más que entregado a interpretar con ellos, tanto con la máscara que se puso en Powerslave, que está a medio camino entre ser de lucha libre mexicana y el sadomasoquismo, así como el gorrito de mono que utilizó para bailar como si de un simio se tratara. Personalmente, Dickinson con orejitas de mono es una de las cosas más adorables que he podido ver jamás. 

En Dead or Glory pude encontrarme cara a cara con una de las míticas batallas de Iron Maiden contra Eddie, que esta vez iba ataviado con vestimentas tribales y llevaba un hacha como arma. Desde luego que la edad y el tiempo han perdonado a nuestros compañeros británicos, absolutamente todos corretearon de un lado para otro, distrayendo al gigante tribal que se les enfrentaba, con una agilidad envidiable, hasta que Dickinson le arrancó un sangriento corazón que dejó caer en el humeante cáliz al más puro estilo Indiana Jones. Una estética y personaje que mantuvo para The Book of Souls, tema en el que se acompañó de una soga y luces de lo más dramáticas, gracias a las cuales, junto al fondo en el que salía representado “el libro de las almas”, pudo formar parte del mismo en forma de sombra – alma. Otro detalle a destacar de esta parte de la actuación fue el momento en el que el vocalista decidió utilizar la soga a modo de látigo para echarle una mano a McBrain a la batería. 

Hallowed Be Thy Name vino acompañado por un tremendo Eddie hinchable que nos dejó a todos boquiabiertos con sus ojos que pedían a gritos que se saciara su sed de venganza. 

Ya habiendo empezado con los clásicos, me dispuse a pedirme mi única cerveza de la noche y a disfrutar como fan incondicional de la Doncella de Hierro de lo que quedaba de show. Logré corear los últimos versos de Hallowed Be Thy Name y me entregué tanto o más que los Maiden en Fear of The Dark, así como con su tema homónimo, que lo sucedió dando por finalizado el concierto.

Nos encontrábamos todos pidiendo bises a coro, cuando las luces hicieron resurgir al mismísimo lucifer de entre las tinieblas y Bruce nos cantó cual es The Number of The Beast. Llegando al final definitivo del concierto y a modo de presentación para Blood Brothers, Dickinson dio un discurso sobre las fronteras entre países y cómo no importaba de dónde fuéramos, cuando todos somos hermanos de sangre. El show concluyó, con un sentidísimo Wasted Years y sin dobles bises.

Desde luego, fue un espectáculo con mayúsculas. Iron Maiden estuvieron, como siempre, atronadores e imponentes. Sin embargo, Bruce desapareció más de una vez entre bambalinas durante los largos minutos en los que la parte instrumental protagonizaba la escena, aun así, los chicos impresionaron, impactaron y dieron lo que se esperaba de ellos (y más). Solo puedo decir que, desde mi punto de vista, ofrecieron un espectáculo que fue mucho más allá de mis expectativas, tienen todo mi respeto.  

Escrito por lachicamapache

 

Un día más tarde, en Sevilla, el calor era mortal. No sé cuántas vueltas le di al recinto para encontrar el acceso por el que me correspondía entrar. Al fin lo encontré y los nervios enmanaron de manera brutal. Tantos meses esperando aquel momento que parecía tan lejano que no llegaba nunca y al fin estaba ahí, delante de mis narices. De pronto, vi un huequecito en primera fila y mis ojos se iluminaron de manera increíble, a toda prisa me fui a los puestos de merchan a comprarme un recuerdo del concierto y a ponerme en primera fila inmediatamente. Ese sitio era mío pasara lo que pasara. Me senté en el suelo apoyada en la valla para descansar un poco antes de que comenzara todo. Dos horas después, The Raven Age aparecieron sobre el escenario.

A pesar de que es una banda que no me agradan demasiado, he de reconocer que la puesta en escena fue alucinante y tocaron de una manera fulminante. El sonido era genial y la gente se lo pasó en grande cantando sus canciones y disfrutando como nunca. Me sorprendió el gran carisma que tenían con el público, de hecho, nos hizo protagonistas de su espectáculo grabándonos el mismo vocalista para que saliésemos en las pantallas disfrutando y pasándolo en grande. Dieron muchísima tralla para la media hora que tocaron y dejaron un buen sabor de boca por esa gran puesta en escena, como he mencionado anteriormente.

En cuanto a Iron Maiden, a pesar de que fue el mismo espectáculo en cuanto a los disfraces de Dickinson, decorados, canciones, etc. como el ya vivido en Madrid la pasada noche, la ciudad tembló desde que Dickinson puso el pie en el escenario, el público fue de lo más entregado viviendo cada canción con una energía increíble. Fue difícil no emocionarse.

También quería hacer incapié en el detalle que tuvo Dickinson en tras poner a parir a las promotoras y al dinero, pidió que se quitara la “zona VIP” quitando las vallas que separaban al público de esta zona de las personas que habíamos pagado por la entrada normal y mezclándonos entre todos los asistentes para disfrutar de la banda de forma igualitaria. Fue un gesto muy bonito, del cual, el público sevillano estuvimos más que agradecidos. Al igual que también hay que agradecerle al cuerpo de seguridad su gesto de repartir botellas de agua entre las personas que estábamos en primera fila asados de calor y apretujados (pero viviendo el concierto cada segundo) para evitar la deshidratación y nada grave que lamentar por toda la gente que teníamos a nuestra espalda.

Los nervios, la emoción y el tremendo calor que pasé por la ciudad de Sevilla valió la pena, ya que Iron Maiden dieron un señor ESPECTÁCULO, así, en mayúsculas. Sus temas clásicos no podían faltar para que la exaltación fuese mayor. Salí del estadio con una conmoción y una satisfacción grandiosa. Todas las palabras aquí escritas no son suficientes para explicar el gran concierto que hizo vibrar a estas dos ciudades.

Escrito por ElyAngelOfDeath

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