Este engranaje entre Hard Rock, Rock Sureño o Rock Callejero -entre otras piezas-, sacará a la luz el “canalla elegante” que llevas dentro.

Crítica escrita por Valkiriana

Igual que no se juzga un libro por su tapa, tampoco un disco por su portada. Y es que para nada hubiera esperado el contenido de este “PornRockAlipsis” guiándome por la presentación. Esa portada de cómic para adultos da paso a un Rock sólido y serio; aunque sí, para adultos son también sus letras, no aptas para oídos sensibles y “conciencias pacatas”. Si tienes prejuicios, o tabúes, mejor no sigas leyendo.

Parece que esta vez los Dioses me tienen reservado un buen arsenal de emociones fuertes; me dicen: “esto te pega”. No sé cómo tomármelo, pero ahí voy. Honestamente, no creo que haya muchos discos de Hard Rock español, en 2014, mejores que éste. Sorpresa mayúscula la nos tenían deparada estos gaditanos al ofrecernos un trabajo impecable en sonido y calidad, jugosa tralla rockera para saborear nota a nota. 

Este engranaje entre Hard Rock, Rock Sureño o Rock Callejero -entre otras piezas-, sacará a la luz el “canalla elegante” que llevas dentro. En verdad es “Rock canalla elegante” (si se pudiera acuñar nuevos nombres para derroteros musicales que se aventuran en rutas turísticas alternativas): canalla porque revela tu instinto mas irreverente y básico; y elegante porque se viste con una clase y categoría en lo musical, que lo hacen delicioso a la escucha. 

Canto a la libertad, en suma, para romper los moldes de la “moral establecida” mediante sus letras, que sacan a la luz sin pudor el yo más profundo de todos nosotros, aquello que por vergüenza escondemos y enterramos como inadmisible, pero de lo que gozamos en secreto. Y no necesariamente nos circunscribimos al sexo: hay muchas sombras en el alma humana, cada una con su máscara y disfraz; “Sexaine” interiorizan en varias de ellas. Y no con un tono lúdico precisamente, pues se toman muy en serio sus propias sombras y la catarsis de las mismas, rozando por momentos los límites de la angustia.

Esta avalancha que rompe la presa de tu represión se vale, como arma, de su juego de guitarras, las cuales a ratos suenan afiladas, sucias o sofisticadas; pero siempre impecables. De ahí que dijéramos al principio, que  no es el típico trabajo de Rock que frivoliza con el sexo, violencia o desgarro sentimental, reduciéndolos a lo simple y uniendo tópicos y lugares comunes; antes al contrario, es un álbum serio, “adulto” y real, tanto en el mensaje (letras muy profundas, poéticas, nada fáciles de desencriptar), como en su revestimiento musical. Por último, el cantante mantiene ese equilibrio entre macarreo y potencia, con un muy atractivo tono y color de voz, factores todos perfectos para el concepto del disco.

Abrimos la veda con Dura y Salvaje, pegadizo ritmo en melodía y envolventes riffs de guitarra, donde la batería te golpea el corazón y la voz se luce con su riqueza de matices; tema desgarrador que pudiera hablarnos de ese “amor viciado o tóxico” entre dos almas heridas, ambas atenazadas por los mismos fantasmas y demonios, que se retroalimentan en su oscuridad mutua.  

Pasamos a Cherokee. Tema que juega con los coros y guiños de distorsión en guitarra, manteniendo similar línea agónica del alma torturada que se debate entre huir de su carcelero, o rendirse definitivamente; infectada por una atracción fatal hacia la sumisión, adicta a un placer malsano por el castigo. 

Fuera de Control, no nos da tregua en intensidad, acentuada por los coros en voces y la profundidad imprimida por las guitarras. El protagonista, “infectado” por el caos de los instintos desbordados, galopa desbocado hacia la sublimación de los mismos, “adicto” al descontrol del subconsciente que golpea las barreras de yo.

Con Mi Última Vez, encontramos por primera vez un oasis de tranquilidad en esta fiebre caótica del Ego desbordado: Balada de alto nivel con sabor a Sureño, sobre el desamor esperanzado que se libera del peso de los sentimientos opresivos, y ve por fin la luz. Recuerda por momentos a los primeros M-Clan. 

Pisamos el acelerador llamando a la Revolución, con uno de los temas más contundentes y cañeros del álbum, y que viene con sorpresa. Conozco esa voz que interviene a la par que Alberto Zapata: la inconfundible Glory, vocalista de Guadaña, acentuando la energía y garra de este corte que mueve a la rebeldía y a derrocar al opresor. 

Hacia el ecuador del disco seguimos con Ruido, donde volvemos al espíritu rockero y conocemos al canalla de bar, vida bohemia y “costumbres” indecentes: te hará vivir las mejores experiencias pero no intentes atraparlo; hazle caso, por lo menos avisa.

Entramos en terreno prohibido con La Mano del Muerto, corte denso a nivel instrumental con guitarras pesadas, y ese medio tiempo decadente hacia el final del tema; escenificando la “mancillación” de la (¿víctima?) a manos de la apabullante sexualidad del protagonista, quien pagará el precio de su vehemencia con su propia integridad.

Vuelven a volar aires sureños con Carta Equivocada, canción de desamor con aires de ruta 66 y aroma a alcohol, agudamente melancólica y poética. Vamos acabando con ese Banzai, grito hardrockero de preparación para la batalla -no precisamente militar-, y letra marcadamente metafórica; un ejemplo más de cómo se puede embellecer cualquier tema, por crudo que sea su plantemiento y trasfondo. 

Seguimos con dosis de Hard Rock, y con una de las canciones más polémicas del disco, Trío de Dos. Tiene enjundia esta letra, y me ahorro el titular de lo que va; sólo vaya por delante la advertencia: si eres sensible, mejor sáltatela y reza tus oraciones. Sometimiento, placer llevado al extremo, y humillación, son algunas de las sensaciones que se ilustran para poner en negro sobre blanco la más vehemente explosión de los instintos básicos (placer y violencia, unidos en descarga de adrenalia). Una vez más consiguen suavizar el golpe, aportando solamente los elementos indiciarios, y adivinándose más en lo que se insinúa, que en lo que se muestra.

Si pensabas que había pasado lo peor, y que ya podrías abrir los ojos, llega Vilna, otro cartucho “duro” en música y letra, sin tapujos, con vocación de rock callejero. ¡Cuidado! El canalla anda suelto, está nervioso y no busca precisamente ver atardecer. Escóndete si no te lo quieres cruzar (que a lo mejor sí). 

Y cerramos con el descanso del guerrero de ese Adiós, balada acústica con abundante efecto de instrumentación en la que me viene otra vez a la cabeza la ruta 66, las motos y los bares de carretera. El canalla se despide: le advirtió que no se enamorara del lobo solitario.  

En definitiva, trepidante aventura, catarsis, declaración de intenciones o simplemente, tomar conciencia de que uno no tiene salvación; ¡quién sabe! Dudo de que sea tan fiero el león como lo pintan, ni tan inocente la gacela como se muestra. En cualquier caso, la buena dosis de Hard Rock está asegurada. Me obligan una vez más a decirlo: Cádiz es mucho Cádiz. Particularmente, como antojo de los confesables, me está apeteciendo cosa mala un Bourbon.  

TRACKLIST

1.- Dura y Salvaje

2.-Cherokee

3.-Fuera de Control

4.- Mi Última Vez

5.- Revolución

6.-Ruido

7.- La Mano del Muerto

8.- Carta Equivocada

9.-Banzai

10.-Trío de Dos

11.- Vilna

12.- Adiós

COMPONENTES

Alberto Zapata (voz)
Luko (guitarras, coros)
Mariano Picardo (guitarras, coros)
Nael Martín (bajo, coros)
Manuel Pantoja (batería, percusión) 

INTERNET 

http://www.sexaine.com/ 

@sexaine

https://www.facebook.com/sexaine/timeline 

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