«Kvelertak y Municipal Waste mandan en la fiesta de calentamiento»

Texto por José Meh (verde) y Zoe Lilith (naranja)

Fotos por Zoe Lilith

Decimocuarta edición del Resurrection Fest, tronco, quinta consecutiva para un servidor y, por locura que parezca, segunda vez que voy en plan prensa, un honor de los gordos. Peregrinar año tras año desde mi Mallorca a ese maravilloso lugar llamado Viveiro, que siempre recibe a la marea negra de jebis con los brazos abiertos, se ha convertido en una costumbre que ya no quiero perder, pues estamos hablando del único festival del país en el que, el cabeza de cartel, no es una banda. Y no lo digo por el rollo de ir en plan influencer, es otro rollo, tron, es Viveiro, sus gentes, su comida, el ambiente del festival, el mimo que pone la organización en convertir el campo de fútbol de Celeiro en una pequeña ciudad del Metal, dentro de las posibilidades que ofrece un recinto que seguramente esté llegando al límite de sus capacidades, todo eso que envuelve el festival es lo que hace que el Resu sea algo realmente especial más allá de darte la oportunidad de ver alrededor de cien bandas de diferentes niveles de popularidad pero, generalmente, de alto gramaje musical.

Este año se nos presentaba la edición más ambiciosa de su trayectoria (frase que repetimos en cada crónica porque, realmente, cada año se superan) con un sold out anunciado a principios de año, el más tempranero de su historia, y que auguraba alrededor de 100.000 almas entre los cuatro días de festival. Slayer, Slipknot, los esperadísimos Parkway Drive, Trivium, Gojira o Lamb Of God, nombres que definen ‘las bandas tipo’ del Resu, cundieron más que la apuesta por el Hard Rock del año pasado, que desentonaba algo con la esencia del festival (como si metes a System of a Down en el Rock Fest, que no encajaría con el grueso del público del festi) y, este año sí, pusieron Viveiro patas arriba.

Así llegábamos el miércoles a la ‘warm up party’, la más multitudinaria de todas las vividas, con 16.000 personas postradas frente al Ritual Stage, el escenario «número 2» del festi, que llegó totalmente al límite de sus capacidades. De seguir creciendo así el festival debería considerar dar el salto de la warm up al Main, pues en las horas de máxima audiencia se empezaba a hacer un poco incómodo, o alternar los conciertos con el Chaos o el Desert para así repartir un poco a la peña, así a modo de sugerencia sin ningún tipo de pretensión, pero bueno, es lo de menos, ahora vamos a lo importante.

A continuación, os contamos, cada uno desde su punto de vista, cómo nos fue en la experiencia gallega, el de Jose desde el punto de vista de redactor, el de Zoe a través del objetivo de su cámara. Los textos de uno y otro son independientes entre sí, con el objetivo de tener dos puntos de vista diferentes, que es lo que mola.

Entre pitos y flautas me perdí a Back In Town y Archivo Adxunto, ya sabéis, llegar a Viveiro desde Santiago, el ejercicio de ingeniería industrial de montar la tienda de campaña, que algún día vendrán los de Megaconstrucciones a grabarnos para un documental, y toda la historia, nos hizo entrar en el recinto cuando los portugueses Devil In Me estaban a punto de dar comienzo a nuestro Resu. Debo reconocer que desconocía completamente su propuesta, pero estuvieron de puta madre. Con un Hardcore de manual, aires grooveros y un vocalista, que intercalaba castellano y portugués al hablar, como tiene que ser (me choca ver músicos portugueses hablando en inglés, si casi les entendemos mejor en su lengua), al que la cami de Suicidal Tendencies le delataba una clara influencia en los movimientos de Mike Muir, repartieron buena cera e hicieron honor al día de calentamiento, poniendo al respetable al rojo vivo. Es un tipo de banda que siempre funciona en Viveiro, generaron circle pits masivos, dedicándoselos a unos Municipal Waste que iban a salir después e hicieron moverse a una peña que llegó con ganas de marcha. A base de riffacos contundentes, temas cortitos y rápidos y mucha energía cayeron temas como Brothers In Arms, que hizo cantar a más de uno, Soul Rebel, en la que el cantante se lanzó sobre el público, o Celebration, nuevo tema que estará en su próximo álbum. La verdad es que, para ir calentando, estuvo cojonudo el show de estos fulanos.

Desde Portugal, la banda de hardcore metal Devil In Me nos sorprendió a más de uno, siendo todo un descubrimiento sonoro. La puesta en escena fue sencilla pero potente, directa al público. Entre su setlist pudimos disfrutar de temas como “Celebration”, la cual estará en su siguiente trabajo de estudio tras 4 años sin material nuevo y “Soul Rebel”, donde Poli (el vocalista) se lanzó al público y fue muy bien arropado por los allí presentes. Supieron imponer su presencia frente a las masas en Viveiro.

Un ratito para el cambio de equipos, tiempo para ir a por un refrigerio o a saludar a algunos de los muchos colegas que ya andaban por Viveiro, antes de que Bury Tomorrow, una de mis bandas favoritas dentro del Metalcore, salieran a escena. Siendo un estilo en el que me manejo poco salvando media docena de bandas, lo cierto es que los de Southampton ya me gustaron sobremanera hace un par de años en el Main Stage, donde dieron un concierto memorable, y también me gustó su último trabajo, Black Flame, que les ha dado un pequeño empujón de popularidad. Esta vez el sonido no fue el mejor, iba y venía según la posición en la que estuvieras, pero la banda transmite un feeling genial y tenían al público ganado al haber tantos fans situados en las primeras filas. Fueron una explosión de energía con temas como No Less Violent o More Than Mortal, que volvieron loca a la peña. La combinación entre los registros dos vocalistas siempre les sale bien, tienen nivelazo, y sus temas más recientes funcionaron muy bien en directo. El single Black Flame, que tiene toda la pinta de convertirse en su himno, cerró un show bueno pero deslucido, como ya he comentado, por un sonido que no estuvo a la altura de la banda británica.

 Desde Southampton, Inglaterra, estos chicos vinieron a hacer acto de presencia en el Resurrection, cosa que tristemente se les quedó algo corta, sosa, con algún que otro problemilla de sonido al inicio de la actuación, pero al final, fans y no fans pudimos disfrutar de Dani Winter Bates y sus compañeros británicos con azotes sónicos como Black Flame como tema más icónico, My Revenge o Man on Fire resonando por todo lo alto en el Ritual Stage.

A continuación era el momento de uno de mis platos fuertes del día, pues hasta la fecha no había podido disfrutar del directo de Municipal Waste, banda imprescindible del Crossover-Thrash moderno y que atrajo a una buena cantidad de fans que parecían recién salidos de una máquina del tiempo llegados de 1986 con sus J’Hayber, el pañuelo en el pelo, los vaqueros ajustados… lo tenían todo, primo, me declaro muy fan. Su show, como era de esperar, fue una tremenda dosis de adrenalina alcoholizada y tralla incesante, a zapatilla, de eso que si parpadeabas te perdías tres temas y una intro. Es difícil dar un buen concierto tocando 72 veces el mismo riff, pero Municipal Waste tienen ese carisma y ese espíritu thrashero que les hace conseguirlo. Temas como Sadistic Magician, la coreada You’re Cut Off, Beer Pressure, Headbanger Face Rip o el himnazo The Art Of Partying retronaron en Galicia, generaron los habituales circle pits y crowdsurfings masivos que hicieron trabajar horas extra al personal de seguridad para el que la propia banda pidió un aplauso y todo, para que veáis. La verdad es que esos muchachos tienen que cobrar un plus de peligrosidad por concierto de Municipal Waste, la lluvia humana que les cayó fue apocalíptica. El concierto terminó con el clásico Municipal Waste Is Gonna Fuck You Up, escupido a grito pelado por todo el público que quedó encantado con el show de la banda americana que se confirmó como un ‘must see’ en cualquier Resurrection Fest.

Tras 2 años sin verles por Viveiro, en lo que fue un concierto muy complicado por motivos técnicos, Tony Foresta y compañía volvieron a la carga de forma bestial y sin piedad, moviendo a ritmos desenfrenados a la inesperada marea de gente que inundaba el warm up en busca de fiesta salvaje. Los estadounidenses la dieron con temas como Born to party, Sadistic Magician, Headbanger Face Rip, The Art of Partying y se coronaron como los reyes indiscutibles de la tarde del warm up, coreados, mosheados y bailados por hasta los más pequeños del recinto, subidos a los hombros de sus padres.

Cánticos de UpyD o «a por el bote oé», convertidos en clásicos festivaleros cuando ya llevas varios litros de bebida espirituosa en el alma, servían para amenizar la espera para otra banda 100% Resu como son los californianos Ignite, cuya propuesta Punk-Rockera se presentaba ideal para esas horas. Yo los vi a lo lejos, bocadillo de zorza en mano, y estuvo guay, fue un rollete muy enérgico, como pide el estilo. Coincidía que era el cumpleaños de un miembro de la banda, al que por supuesto se le cantó el cumpleaños feliz, y sus temas más cañeros dieron mucha vida al Resu, cortes como Poverty For All o Let It Burn, junto a covers como We’re Only Gonna Die de Bad Religion o el Sunday Bloody Sunday de U2 dieron un fiestote majo al festival mientras que, cuando tiraban del rollete medio tiempo/balada enfriaban a alguno, sobre todo a los que estamos menos familiarizados con su rollo, supongo. También el cuerpecillo te pide otras movidas a esas horas, tron, hazme bailotear y no sacar el mechero. Pero bueno, estuvieron guay, típico grupo que, aunque no sea tu rollo, te lo hace pasar bien y se agradece mientras te hace cantar temas como la final Bleeding. El sonido tampoco fue el mejor posible.

Y, finalmente, era el turno de quitarme la espina con los noruegos Kvelertak que, como buena banda de su país, blackeniza lo que toca, en este caso el Rock N’ Roll. Tenía un gafe terrible con esta peña, tronco, primero los vi abriendo para Slayer/Anthrax en Coruña, donde se les fue la luz a mitad de bolo y tuvieron que tocar a oscuras, sin focos y con el pipa apuntándoles con una linterna como única iluminación. La segunda vez que los vi fue hace año y medio abriendo para Metallica y, amigo, el escenario central me mola poco, pero creo que a ellos menos y, aparte de eso, no queráis saber cómo sonó aquello, madre del amor hermoso… total, que siempre que los he visto ha pasado algo que me ha jodido la experiencia. Esta vez, al menos, iba a verlos bien y sí, los vi de puta madre. A lo lejos, rodeado de peña que iba tan cocida que les daba igual que tocasen Kvelertak o La Unión, pero da igual, me dejé el cuello con el frenético Black N’ Roll de la banda, que actuó con una producción y una escenografía dignas de cabeza de cartel, cosa que, después de lo que he comentado, me sirvió para resarcirme definitivamente.

Salieron a puta zapatilla, tralla a full, ¿el sonido? A esas horas te la sopla, tronco, mientras metan tralla… pero es cierto que hacía un airecillo que se lo llevaba un poco, ya sabéis que el viento es el gran enemigo de los festis al aire libre, tronco, pero bueno, salieron con Åpenbaring y siguieron con Bruane Brenn, su canción más coreable, en un arranque con poderío. Uno de los atractivos del bolo era ver a Ivar Nikolaisen, nuevo vocalista de la banda, a ver si daba la talla… y la dio. Con una voz ciertamente similar a su predecesor pero con un rollo más rockero en sus movimientos e interacción con la gente, lideró bien el show entre los movimientos continuos de los tres guitarras y el bajista, que no paran quietos ni aunque les maten. Más temas como 1985, de su último disco o el himno homónimo Kvelertak tenían a la peña revolucionadísima y la pirotecnia, poco habitual en el Ritual Stage, acabó por completar un show tremebundo de una banda que tiene un potencial tremendo y de la que por fin puedo confirmar, sin problemas técnicos, que tienen un directazo de cagarse la perra.

Y sí, sin duda Kvelertak se desmarcaron como los claros vencedores del día de presentación del festival, ganándose, podríamos decir, adueñarse del Main Stage si vuelven a pisar Viveiro en una futura ocasión. Simplemente, eran de las bandas más esperadas de ese día y los escandinavos lo rompieron todo con la puesta en escena, los juegos de luces y el humo jugaron un papel crucial pero lo que más nos impactó a todos fueron las inesperadas llamaradas cegadoras, cosa que sólo hizo aquello mucho más épico al ritmo desenfrenado de actuación del reciente vocalista Ivar Nikolaisen. Adrenalina en vena y mucho black ‘n’ roll que cerraron y coronaron la warm up de la mejor manera posible.

Así fulminaba la warm up, que como llegó se fue. Muchos tortazos en las primeras filas, una serie de conciertos cojonudos y un ambiente que auguraba un gran festival. Sí que es cierto que la fiesta de bienvenida del Resurrection cada año es más y más grande y en las horas de máxima audiencia la organización pudo verse un poco al límite, pero en general respondió de lujo y la jornada sirvió para lo que tenía que servir, entrar en calor y generar ganas de ir a muerte el jueves, en el que nuestro país iba a despedirse de unas putas leyendas como Slayer, íbamos a recibir a Parkway Drive, ver a Trallery, Main Line 10, Cane Hill, Gojira, Bones of Minerva… joder, me mareo solo de recordarlo. Ya os contaremos.

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