No se trata en sí de una nueva sección como la de nuestra compañera Valkiriana, sino de una coda muy personal sobre aquellas cosas que tenía abandonadas y que de a poco vuelven a mi memoria. Quédense tranquilos que no voy a hacer de mi vida privada una vidriera, aunque muchas de esas cosas me tocaron de manera directa, este informe será de entrega semanal estará referido a mis pasiones como la música, el cine y demás.
Ahora con ustedes dejo inaugurada la primera entrega.
Capítulo 1: Adolescencia vas a llorar.
Mi adolescencia al igual que mi infancia fue, cuanto menos, complicada. Y todo eso no se debió al producto de la inexperiencia, sino más bien de circunstancias. Y lo fue mucho más al comenzar la vida en la ciudad allá por 1999, con tan solo 15 años y enfrentarme a otro ámbito que me era totalmente desconocido: la secundaria, a la que entré directamente en tercer año, lo que dejaba en evidencia el ineficaz sistema educativo impuesto en la Argentina.
Por aquellos años el bullying era algo que solo se veía en las películas americanas de adolescentes, hoy lamentablemente la movida de Internet parece haber alienado la cabeza de los jóvenes que cualquier cosa que se ponga de moda en la Web es algo para imitar. Pero eso no fue problema para mí ya que siempre evitaba las peleas, el inconveniente fue ser el único metalero en los tiempos que estaban de moda el gangoso Elvis Crespo, el mal vestido Cheyenne o alguno de esos grupos de cumbia que solían sonar en los boliches. Además mis aficiones y costumbres pasaban por otro lado: en lugar de ir a bailar y estar en fiestas prefería estar en casa leyendo algún libro de Stephen King, H. P Lovecraft, James Ellroy o Anne Rice; mirar alguna peli o darle duro a los videojuegos, o simplemente escuchar aquello que siempre me hizo feliz: el rock y metal. Claro que ese hermetismo solo hizo que se me dificultaran las cosas a la hora de hablar o entablar conversaciones, eso por no decir las vergüenzas que pasé al hablar con chicas que daban vuelta la mirada o huían despavoridas de mí con solo acercarme a ellas, también me costó muchísimo hacer amigos al principio. Y así, rechazado por los humanos, busqué refugio en la música.
Recuerdo que sucedió un sábado a la mañana, despertaba luego de estar casi toda una noche leyendo ¨La reina de los condenados¨ de Anne Rice que años después unos realizadores ineptos la arruinarían en el cine, que en la radio de clásicos comenzó a sonar un guitarreo de muy buen gusto, no tan técnico pero si muy efectivo, la canción no llegaba a ser del todo poderosa por lo que podía calificarla como Pop/Rock y una voz rasgada pero con mucho sabor melódico y bastante personal. La canción en cuestión era ¨Somebody¨ y su autor ni más ni menos que el cantante y guitarrista canadiense Bryan Adams. Durante casi una semana recorrí las disquerías de capital federal (aún se vendían discos en esa época) sin mucha suerte, si preguntaba por un disco de Korn o Linkin Park seguro tenían algo! hasta que encontré algo: ¨So Far, So Good¨, su recopilación de canciones exitosas editado en 1993, pero en cassette! bueno, algo es algo, no? claro que no tenía en ese momento el dinero para hacerme con la copia, por lo que molesté un par de días a mi papá para que me lo comprara, hasta que finalmente accedió.
Las 14 canciones de ¨So Far, So Good¨ desde entonces no pararon de sonar en mi walkman o reproductor de cassette, ya sea en los recreos, en clase o tirado en mi cama donde más solía castigarme con hermosas baladas como la híper conocida y bastante gastada ¨Everything I Do I Do It For You¨, banda sonora de ¨Robin Hood¨ con Kevin Costner, Marie Elizabeth Mastrantonio y Allan Rickman (futuro Severus Snape en las adaptaciones de Harry Potter al cine) la infravalorada ¨Do I Have To Say The Words?¨ con un muy buen solo de Adams aunque breve, ¨Heaven¨ y ¨Please, Forgive Me¨ eran las que más me hundían en una sensación de abismo de la que no quería, y también por que no podía, salir. Pero no todo era lamentaciones y desamores, había piezas muy rockeras como el dueto con la inmensa Tina Turner en ¨It’s Only Love¨, el pop alegre de ¨Can’t Stop This Thing We Started¨ aunque con un arpegio demasiado similar a ¨Everybody Wants To Rule The World¨ de Tear For Fears, la muy explicita ¨Kids Wanna Rock¨ que invita a mover el cuerpo y una de mis favoritas del disco: ¨Heat Of The Night¨ una especie de Blues/Pop con un Adams impecable en la ejecución.
Claro que en esos tiempos de soledad melancólica adolescente también solía darle a ¨The Wall¨ de Pink Floyd, The Sisters Of Mercy, Type O Negative y demás menesteres pero nada superaba a ¨So Far, So Good¨ a la hora de darle rienda suelta a mi castigo voluntario. Con el tiempo fui capaz de poder romper mi barrera de hermetismo, asumir que ser metalero no te hace la persona más popular del planeta y lleva a la soledad, salí de mi cueva y logré adaptarme a mi entorno, hacer amigos; aprendí, al menos eso creo, a hablarle a las chicas. No fue fácil la transición del ermitaño muchacho al chico sociable, pero lo hice. Y así ¨So Far, So Good¨ quedaría, al menos para mí, en el olvido.
Pero al ver el post en la página de ¨los grandes solos de guitarra¨ como si se tratase de una peli me vino a la mente como un poderoso flashback el solo de¨Do I Have To Say The Words?¨ y así, 15 años después recordé nuevamente a ¨So Far, So Good¨. El DISCO que me acompañó durante mis primeros años de complicada adolescencia y que injustamente dejé en el olvido solo por que fui aceptado por los demás.
Por eso y mucho más: GRACIAS BRYAN ADAMS.