«Capítulo uno: Instituto, primera gira y drogas»
Historia escrita por: Mike Young
ATENCIÓN: Esta historia contiene lenguaje soez e historias gráficas de adicción que podrían herir la sensibilidad del lector. No me hago responsable de malas influencias relacionadas con esta historia, ya que está clasificada para +18. Cualquier sugerencia o crítica, siempre y cuando sea correcta en su vocabulario, será buenamente atendida y respondida. Todo es ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Capítulo uno: Instituto, primera gira y drogas:
De pequeños, todos soñamos con ser astronautas, bomberos, futbolistas… y algunos en ser estrellas del rock. Pues bien, yo conseguí ser estrella del rock. ¿Cómo? no lo sé, simplemente, llegó un tipo trajeado a nuestro estudio y nos dio dinero por tocar delate de la gente y grabar discos.
Me llamo Ryan White Jefferson, nací en Nashville, Tennessee, el 14 de diciembre de 1961. Mi padre, Jeff White, era un locutor de radio en una emisora local y periodista en el periódico local. Mi madre, Loretta Jefferson, era una profesora de piano y costurera en las fábricas que teníamos en la otra punta de la ciudad. Tengo dos hermanos: Steve y Margaret. Nos llevamos dos años de diferencia cada uno. Steve es el pequeño, yo el mediano y Margaret es la hermana mayor.
Nuestros padres siempre quisieron darnos la mejor educación que pudiese y labrarnos un gran futuro donde nos pudiésemos ganar bien la vida. A pesar de todos sus esfuerzos, Margaret fue la única que estudió y se convirtió en periodista siguiendo los pasos de mi padre. Steve, aunque fue a la universidad, se hizo jugador de fútbol, llegando a jugar cinco temporadas en la NFL con los Broncos de Denver y cuatro temporadas más en los San Francisco 49ers. Yo me interesé rápidamente por la música, cuando a los tres años ya le pedía a mi madre que me enseñara a tocar el piano. Seguí con el piano hasta los 10 años, cuando pasé por delante de una tienda de guitarras y vi una flamante Gibson les paul. Desde aquel instante quise empezar a tocar la guitarra.
Como no teníamos mucho dinero, empecé con una guitarra clásica (que aún conservo) y estuve con ella hasta que conseguí reunir el dinero suficiente para comprarme una imitación de una Fender stratocaster. No sonaba muy bien que digamos y acompañado por ese pequeño y destartalado amplificador que me compré de segunda mano (ni de coña era de segunda mano), empecé a imitar a todos aquellos artistas que escuchaba día tras día embobado mirando el tocadiscos. Ahí fue entonces cuando decidí que quería dedicarme a la música por completo.
Todo empezó cuando en el instituto conocí a mi gran amigo Mark Drugs (ya sabréis porque le apellidamos así). Si os soy sincero, nunca he sabido su apellido, por aquel entonces solo lo llamaba Mark. Yo apenas asistía a clase, ya que solo iba a la de música, pero ya llevaba tantos años aprendiendo música, que eso me parecía muy básico. Aún así iba porque era lo que más me interesaba del instituto, a todo lo demás le podían dar por el culo. Mark y yo hacíamos lo mismo, solo íbamos a aquella clase, aunque el tocaba el bajo. Nos pasábamos el día en el bar «La Campana Musical», jugando a las cartas, fumando y bebiendo. Claro que por aquel entonces teníamos unos 15-16 años y se podía hacer de todo en ese local.
Allí empezamos a tocar Mark y yo, en un dúo llamado «Hard Beer», donde básicamente tocábamos canciones de Black Sabbath y Deep Purple. Era todo instrumental, ya que ninguno de los dos sabía cantar. Dejamos el instituto en el 77, cuando nos empezaron a pagar por actuar casi cada noche. Nos pagaban 20 dólares a cada uno por cada actuación, y ¿Adivináis en que nos lo gastábamos? Mark en cocaína y putas, y yo en whisky barato y putas. Si, por aquel entonces ya empezábamos con los malos vicios, esos que casi nos llevan a la ruina, pero ya lo veremos más adelante.
A las dos semanas de estar tocando en la campana, conocimos a Matt Manson, un gran tipo, que sabía cantar de puta madre. La primera vez que hablé con él, me pareció un completo gilipollas, y pensaba: «Ya nos va bien a nosotros solos, vete a tomar por el culo». Pero decidí darle una oportunidad. Yo era el único que tenía una casa con garaje y mi padre nos dejaba ensayar allí, con la única condición de no rallar el coche cada vez que lo sacábamos. Así que llevamos a Matt a ver qué tal se le daba eso de cantar. ¡El tipo se las sabía todas! Así que no me lo pensé dos veces y decidí incluirlo en la banda.
Estuvimos como dos meses tocando los tres, hasta que Matt nos presentó a un amigo suyo llamado Josh Randon, era batería y acababa de dejar su antigua banda y quería unirse a la nuestra. ¡No me lo podía creer! Ya teníamos una banda completa: Mark era el bajista, yo el guitarrista, Matt el cantante y Josh el batería. Entonces, empezamos a hacer conciertos semanales, donde el dueño de la campana nos pagaba 100 dólares a cada uno, ¿Y en que nos lo gastábamos? en más alcohol, más drogas y más putas.
Recuerdo que iba casi todo el día ciego de whisky y maría, y siempre me despertaba con una puta diferente en la cama o el sofá de mis padres. Ensayaba con la banda cada día por la tarde noche y siempre teníamos a la policía delante del garaje, porque acabábamos pegando a algunos vecinos que venían a decirnos que nos calláramos de una puta vez. Al final nos llegamos a hacer amigos de esos dos polis, y me vais a perdonar, pero no recuerdo sus nombres, así que si estáis leyendo esto, que sepáis que aún me acuerdo de vosotros.
¿Porque me acuerdo de ellos? Porque llegamos a ser tan amigos, que nos regalaban las bolsas de cocaína que requisaban a los camellos del barrio, y nosotros les regalábamos entradas para nuestros conciertos, que luego se las daban a sus hijas, y luego nos follabamos a algunas de sus hijas, pero… psssst no se lo digáis a nadie. En el 79 nos volvimos muy populares en la campana, y decidimos cambiar de nombre si queríamos llegar más alto. Así que nos encerramos un día entero en mi cuarto, a ver si se nos ocurría un nombre para la ‘nueva’ banda. La verdad es que nos pasamos el día ojeando revistas porno, bebiendo cerveza y whisky y drogándonos. En un momento de ‘lucidez’ si se le puede decir así, Matt nos dijo que le pusiéramos el nombre «Spinal Map» y nos empezamos a descojonar como auténticos capullos. Después de eso, empezamos a hacer carteles para colgarlos por todo Nashville. Aún a día de hoy, nadie tiene ni puta idea de qué coño significa el nombre.
En el 80 decidimos dejar de tocar las canciones de los demás y empezar a componer las nuestras propias. Mi padre no es que estuviera muy orgulloso de mí, por mi comportamiento y esas cosas, así que con 19 años me echó de casa y me dijo: «Hasta que no seas un hombre de provecho, no te dejo entrar en mi casa» y me dio con la puerta en los morros. Así que me fui a vivir a casa de Mark, que vivía solo en un apartamento en un barrio dejado de la mano de dios. Una noche, vendimos todos los muebles del salón, menos dos mesas, la tele y un sofá, creo que por 200 pavos, que utilicemos para comprar heroína. Empezamos a montar un estudio improvisado, donde los cuatro estuvimos unos seis meses emborrachándonos y drogándonos, y otros seis meses componiendo.
Recuerdo que fue muy duro conseguir el dinero para poder grabar nuestro primer disco y salir de gira. Tuvimos que estar sobrios casi dos meses (estábamos muy enganchados a las drogas, pero preferíamos tener el mono a no poder tocar y para pasar el mono, ensayábamos todos los temas del disco una y otra vez), para poder recaudar el dinero que nos pedía el productor. ¡1000 pavos! Tardamos tan solo dos semanas en grabarlo, y nos quedamos muy contentos con el resultado. Ahora tocaba salir a la carretera, así que cogimos la furgoneta del padre de Josh, cargamos todos los instrumentos, varias cajas llenas de discos y las drogas; y sin ningún tipo de planificación, salimos de casa dispuestos a convertirnos en estrellas del rock.
Si os digo la verdad, no recuerdo mucho de aquella gira, pero me lo pasé de puta madre. En cada ciudad que tocábamos, venía un huevo de gente a vernos tocar y compraban nuestro disco. Era una fiesta constante, y fue todo un milagro que no nos matáramos en la carretera, porque íbamos todo el día ciegos de alcohol y drogas. Recuerdo que debí de follarme unas cuatro o cinco tías cada semana, en la parte de atrás de la furgoneta o en la puerta trasera del local donde tocáramos aquella noche. En el año que estuvimos de gira, no recuerdo haber dormido más de un día en una cama normal. Llevábamos un colchón, donde dormíamos antes de los conciertos y follábamos después, la verdad es que daba asco tocarlo.
Cuando volvimos a casa, habíamos vendido como tres cajas de nuestro primer disco, el «Drug Machine» y aún nos quedaban algunos discos, que aún conservo. Cuando llegamos, lo primero que hice fue ir a ver a mis padres para enseñarles lo que había conseguido, pero como el resto de la banda estaba cansada, los llevé a sus casas y quedemos en que yo estaría al cuidado de todo, ya que en la furgoneta llevábamos los instrumentos, el dinero ganado y algo más que no consigo recordar. Cuando llegué a casa de mis padres, aparqué la furgoneta en la entrada y fui directo a picar a la puerta, entré y les conté todo lo que había hecho. Horrorizados de algún modo (ya que entonces me acordaba de todo) aprobaron el que me dedicara a la música si ganaba un buen dinero y me aconsejaron que dejara todos los vicios y los malos hábitos. Después, insistí en enseñarle a mi padre todo el dinero que habíamos ganado, hasta que lo convencí para que viniese a verlo.
Cuando salimos de casa, ¡La puta furgoneta no estaba! me había dejado las llaves puestas y algún hijo de la gran puta se la había llevado. Llamé rápidamente a casa de cada uno, menos de Mark, que no teníamos teléfono, para que fueran a buscar la puta furgoneta. Mi padre llamó a la policía y ¿A que no sabéis quién vino?… ¡Los polis que controlaban nuestros ensayos! Les expliqué lo que había pasado y les detallé como era la furgoneta: Era de color negro con llamas de fuego y el nombre de «Spinal Map» pintado con grafiti rojo mal hecho, tenía los cristales de atrás rotos y llevábamos unos cartones puestos y pintemos las ruedas de blanco color cocaína, porque molaba mucho.
Recuerdo que casi me parten la cara, y tuve que invitarles a putas durante toda una semana para que no se lo dijeran a Mark, porque ese era capaz de matarme literalmente, aunque él no supo nada de esto nunca. La furgoneta apareció a las cinco o seis horas, y nos dijeron que solo se habían llevado el dinero y que la habían visto cerca de Memphis. Los polis nos la dieron con unas cuantas bolsas de cocaína y algo de speed, ¡Gracias! Después de este susto, fui al apartamento que compartíamos Mark y yo, y ahí estaba, borracho y tirado como un perro durmiendo en el sofá. Subimos y montamos todo el tinglado entre los tres, cuando ellos se fueron, me era imposible dormir, aún tenía el corazón a mil por hora, así que me tome dos rayas de coca acompañadas de unos tragos de Jack Daniels y me fui a dormir.
CD: «Drug Machine»
Tracklist:
- Heroine Heroes
- My Sex Cowboy
- Vaginal Toy’s
- Drug Machine
- Fuck & Roll
- Kicking your ass
- Get out!
Banda:
Ryan White: Guitarra
Mark Drugs: Bajo
Matt Manson: Voz
Josh Randon: Batería
Joder, la verdad es que es interesante, ¿ficción?, no sé, no sé, jejeje, seguro que muchos de los de ahora empezaron con «malos hábitos», jajaaj