“Burbujas rosas revisitadas”
Reseña de Christian Dárchez
Los alemanes próceres del power metal Helloween este año han vuelto a dar señales primero anunciando la salida de un nuevo disco en vivo grabado en la tierra del sol naciente con fecha de edición para el próximo 13 de diciembre y que también están ultimando los detalles de lo que será el sucesor de su aclamado (aunque exageradamente sobredimensionado a mi gusto) disco homónimo del 2021 y que trajo de nuevo al cantante Michael Kiske luego de estar fuera de la banda por casi 25 años. Y no solo eso sino que decidieron relanzar de manera remasterizada sus primeros 8 discos, pero como saben que soy un jodido por naturaleza prefiero empezar por lo mas jodido de la discografía de las calabazas y me refiero a su turbulenta entrada a los 90’. Por eso es preciso arrancar haciendo historia: habían pasado 3 años de la edición de “Keeper of the seven keys” (1988) disco con el cual no solo delinearon su denominado “Happy metal” sino que los hizo codearse con los grandes de la época y el cenit de dicho momento exitoso fue su participación en el ya extinto Monsters Of rock de Donnington en la accidentada edición de 1988 (donde en una avalancha durante el show de Guns N’ Roses murieron 2 personas) junto a nombres como Kiss, David Lee Roth, Iron Maiden, los ya citados Guns N’ Roses y Megadeth. Pero terminada la gira del disco, el primero en bajarse fue el guitarrista Kai Hansen al principios de 1989 muy descontento con el manejo de la agencia de Rod Smallwood (manager de Iron Maiden), los tejes y manejes de la discográfica Noise Records y también por las constantes peleas con el guitarrista Michael Weikath; perdiendo así a la principal pluma compositiva del grupo y reclutando de última al guitarrista Roland Grapow tras verlo actuar en un club nocturno. Por lo que Weikath ya como líder total de Helloween, estaba en un brete bastante importante ya que debía lidiar no solo con los constantes apuros de su sello (con tal de seguir sacando algo de plata a costas del grupo) sino con la exigencia de Michael Kiske que para quedarse en la banda puso como condición tener mas protagonismo en el proceso creativo del próximo disco (algo de lo que mas tarde se arrepentiría), por lo que a Weikath no le quedó otra que acceder y también en parte porque ni siquiera él estaba seguro de que rumbo tomar. Tanto así que aceptó el consejo de Smallwood de firmar con el sello EMI, una decisión que nuevamente trajo problemas puesto que los sátrapas de Noise Records (con tal de seguir exprimiendo a Helloween) demandaron al grupo por incumplimiento del contrato, por lo que les impidió llevar a cabo conciertos hasta que la situación se resolviera. Para 1990 ya con material compuesto la banda entra al estudio para iniciar las sesiones de grabación pero surge otro problema mas (y van): EMI al ver el tremendo éxito de “Painkiller” de Judas Priest le impone a Helloween que el afamado productor Chris Tsangarides (QEPD) se haga cargo de las perillas, cosa que no gustó nada a Weikath que quería a Tommy Hansen con quien venían trabajando desde el primer “Keeper…” (1987). Y así comenzó uno de los procesos de grabación mas complicados y que dio por resultado uno de los discos mas polémicos en la historia del metal, pero no nos adelantemos (como diría Magnus Mefisto) primero analicemos a “Pink bubbles go ape” y a 33 años de su lanzamiento la banda lo reedita de manera remasterizada y como digo siempre: ¡bienvenido sea!
“Pink bubbles go ape”, cuarto disco de los alemanes Helloween editado el 11 de marzo de 1991, marcó un cambio considerable dentro del campamento de las calabazas. Si bien parte de la esencia Power que les había dado un nombre en la escena seguía estando presente, el disco presenta un enfoque mas amigable y accesible con un componente hard rockero y algunas que otras influencias casi poperas, cosa que no cayó bien entre los seguidores del grupo. Viéndolo ahora con el diario del Lunes, hay que decir que el disco está lejos de ser un desastre y presenta instancias muy logradas (y otras que no) pero se trata nada menos que el sucesor de un portento como lo fue el “Keeper II” y se entiende la decepción que el disco causó en su momento y lo cierto que su horrible portada tampoco ayudaba demasiado. Ya desde la intro alegre con Kiske cantando de manera graciosa la canción homónima del disco, la cosa abre con la veloz y muy hard rockera y divertida Kids of the century pasando por la mas power Back on the streets por la misma línea distendida aunque me quedo con el muy buen solo del tema. Luego pasamos al primer punto de inflexión del disco: la marcha popera de Number one que pese a sus buenas intenciones no termina de convencer ni de arrancar. La cosa levanta un poco mas con la movida y machacosa Heavy metal hamsters cuya letra le pega duro a su ex sello Noise que tanto se aprovechó de ellos. La onda hard rockera vuelve otra vez con la veloz Goin’ home pero mas que sonar divertida suena payasesca aunque me quedo con su solo de guitarra, el bajo slapeado de Marcus Grosskopf y la tremenda labor del fallecido Ingo Schwichtenberg, toda una bestia de la batería. Someone’s crying rescata la esencia de los “Keepers” a puro power trepidante mientras que la epicidad del medio tiempo Mankind pone un poco de seriedad al asunto con un buen trabajo de teclas incidentales. Lastima que la cagan enormemente con el rock acelerado de I’m doin’ fine, crazy man que en el tema hacen de todo menos hacerlo bien. Para el final llega mi tema favorito del disco: el power acelerado de la muy melódica The chance llena de gancho y emotividad y es el único tema donde se escuchan los clásicos agudos de Kiske y la power ballad Your turn donde justamente acusa recibo de 3 cosas: falta de emotividad, unidad musical y gancho cierra el disco de manera extraña.
“Pink bubbles go ape” al momento de su edición no solo tuvo una respuesta bastante negativa en los medios especializados sino que decepcionó a sus fans. De mas está decir de que, el disco a nivel comercial, fue un desastre y tan solo en las listas finesas el disco alcanzó puesto numero 5 ya en su país natal se quedaron muy lejos de los primeros puestos. Con el tiempo se supo que la grabación de “Pink bubbles go ape” fue cuanto menos caótica: con Tsangarides tratando de poner un poco de orden entre el desmadre que se producía entre los miembros del grupo al igual que sugerirles quitar algunas canciones. Lo que provocaba constantes choques con Kiske que no estaba de acuerdo con que se quitaran canciones compuestas por él. En parte también se entiende el desgano con el que trabajó Tsangarides y se notó horrores en el sonido que por lo menos estaba atrasado 5 años. El productor mismo aseguró años mas tarde que haber trabajado con ellos fue por lejos su peor experiencia como profesional. El fracaso comercial del disco no solo llevó a Weikath a culpar a Tsangarides sino que detonó una guerra interna: Kiske e Ingo contra Weikath y Grapow, y Grosskopf en medio de la escaramuza. A partir de ahí comenzaba el periodo mas negro en la historia de las calabazas, pero esa dejémosla para la próxima. La reedición de “Pink bubbles go ape” no viene con muchos manoseos en el sonido (aunque hubiera estado bueno) y pese a no ser un disco del todo malo es uno que le trajo bastantes problemas a la banda en su momento, y si eres de los que gusta el disco es una buena oportunidad para revisitarlo. Los neófitos en el asunto mejor que arranquen con los “Keepers”.
Helloween 1991
Michael Kiske: voz
Michael Weikaith: guitarra
Roland Grapow: guitarra
Marcus Grosskopf: bajo
Ingo Schwichtenberg: batería
Canciones
Pink Bubbles Go Ape
Kids of the Century
Back on the Streets
Number One
Heavy Metal Hamsters
Goin’ Home
Someone’s Crying
Mankind
Im Doin‘ Fine Crazy Man
The Chance
Your Turn