“Saboreando el Paraíso”

Escrito por Luishard

Amigos de Dioses del Metal, he querido dejar a un lado por un momento mis críticas de discos y tomarme unos minutos de “reposo” probando una bebida que hizo furor en la antigüedad, la hidromiel, también conocida como “el néctar de los Dioses”. Pero no una cualquiera, porque como en las Maltas fermentadas, siempre busco la calidad, así que porque no elegir las que nos ofrecen las Bodegas Valhalla, una empresa afincada en Sevilla cuyo link os dejo: https://valhalla.es/es/.

Pero…..,¿sabemos lo que es la hidromiel?. Es una bebida fermentada a base de agua, miel y levadura, (mucho más sana que las destiladas), siendo la más antigua que se conoce. Los vestigios más remotos se han encontrado en una vasija de barro que contenía una mezcla de hidromiel con arroz y frutas, datados del 7.000 a.C. en China. Durante la alta Edad Media la consumen de manera ingente Celtas, Sajones y Vikingos, no en vano los caídos en combate la beberán en el paraíso del Valhalla durante toda la eternidad.

Bodegas Valhalla nos ofrece cuatro variedades, teniendo todas en común la utilización de materias primas de primera calidad y autóctonas, marcando la diferencia con la competencia la utilización de una levadura de fabricación propia que les da un sabor único. Actualmente nos ofrecen cuatro variedades, de las que solo comentaré tres, al estar la Doble miel agotada cuando hice el pedido, lo que me reafirma en las bondades del producto y es una buena excusa para volver a pedir.

Se recomienda disfrutarla entre 15 y 18 grados, aunque más fresca tampoco desmerece. Todas vienen embotelladas en la típica botella bordelesa, traslúcida, sin picura (hendidura en la base), con tapón de corcho engarzado en tapa de plástico, encapsulado con recubrimiento. La etiqueta del reverso da una información elemental sobre el contenido. La del anverso muestra a Yggdrasil, el árbol de la vida del paganismo nórdico, excepto en la variedad Freyja, que tiene los tres cuernos de Odín “prisioneros” de simbología circular. Todo tiene un aspecto elemental y sencillo, porque lo importante es lo que contiene.

Veamos a que “me saben” estas tres hidromieles.

  • Tradicional. La de toda la vida, “la vikinga”. El color es de un amarillo melón,  apagado, el aspecto es turbio, supongo que es parte de la levadura y está sin filtrar. Al descorcharla parece que contiene algo de aguja (gas), aspecto que se mayora si la guardas un tiempo. El sabor afrutado es ligeramente dulzón, de baja persistencia por lo que no empalaga, recordando a la sidra natural. Sus 11 grados declarados no se notan en ningún momento, bueno, ya veremos con la segunda botella, jejeje, por lo que me es refrescante. Ideal para tomarla sola o tapeando con chacinas y quesos. Corroboro que con el Gouda va de vicio.
  • Clásica. Inspirada en la que se tomaba en la antigua Roma y Grecia. Aroma con recuerdos dulces, color pajizo cristalino, en boca es semiseca, sin aguja, con regusto a fruta y a madera húmeda, la miel se queda lejana en el paladar. Un neófito de bebidas alcohólicas podría llegar a confundirla con un buen vino blanco. Es curioso como al llegar al estómago, con la misma graduación, “calienta” más que la Tradicional. Ideal para pasar una jornada de tapeo a base de pescados.
  • Freyja. Bonito nombre, el de una de las Diosas mayores de la mitología nórdica y germánica. Al estar macerada con frutos rojos del bosque su color es rosado intenso, de aspecto cristalino. El sabor dulzón está muy enmascarado por la acidez de la maceración, quizás demasiado para mi gusto, es la más “compleja” de las tres, con una aguja muy sutil. Me recordó a los vinos rosados del tipo Peñascal. Es perfecta para acompañar cualquier tapeo o tomarla sola, todo un deleite.

Resumiendo, si quieres sentir la brisa de los fiordos a bordo de un drakkar  o convertirte en un guerrero sajón de la época de Robin Hood, cierra los ojos y deja que las hidromieles Valhalla inunden tus sentidos. Un saludo metálico a todos.

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