«Azrael, el Angel de la Muerte, conduce nuestra alma de Metal, para ser juzgada, con el Código Infinito.»
Crítica escrita por Luishard
Amigos de Dioses del Metal, creo sinceramente que estamos experimentando un Big Bang en el Metal nacional, muchos trabajos llegan a mis tímpanos y no puedo más que decir que son buenos, unos más que otros, lógicamente, pero todos incluyen calidad y ganas. Ahora os traigo el séptimo disco de estudio de una banda granadina, Azrael, nacidos allá por 1991 y lucha ininterrumpida hasta 2001, para juntarse de nuevo en 2007 y hasta ahora. No son unos desconocidos al otro lado del Atlántico, tienen el privilegio de ser la banda española que más conciertos ha dado en Méjico y sus discos recorren medio mundo, con ventas nada despreciables, aspecto que no me extraña en absoluto al terminar de escuchar Código Infinito.
Su último trabajo fue en 2010, Metal Arena, y en lo que no hay duda es que se nota el salto cualitativo y la evolución que han imprimido a su estilo, siguiendo la senda general de éste. No solo porque la calidad del sonido es buena, sino porque al ser un disco que conmemora los 20 años del salto a la arena del Metal, las composiciones se han pulido hasta lo indecible, sientes todo genial, puede que sea el mejor material editado hasta la fecha.
Producido por Mario Gutiérrez, hay múltiples colaboraciones, las voces guturales de Roberto Samper (Croissant Dolls), las pistas de bajo de Lars Ratz (Metalium, Rockaloca) y Adán Moreno (Ira) y los solos de Tolo Grimalt (Metalium, Skyline, Rockaloca) y Andrea Martongelli (Arthemis, Powequest).
Fernando Nanderas, que ya trabajó para Obús o Khael, es el creador de la espectacular portada, rebosa Metal por entre las transparencias. Puede que tras esa puerta haya una escalera de caracol, que conduzca directamente al pantalán de Caronte y esos ojos amarillentos, pertenecientes al Ángel de la Muerte, te están diciendo “entra y dame tu alma”, nueve puntos en definitiva.
Trece temas, muy llenos de sonido, donde se recogen influencias de todos los géneros del Metal, con melodías alquitranadas, estribillos con pegada de verdad y un gran trabajo con el teclado. Sabéis que no soy muy amigo de este instrumento, pero me ha sorprendido la perfecta integración con las guitarras y sobre todo, algunos duelos donde saltan afiladas astillas de hueso. Marc hace un trabajo fabuloso, se enfunda el tema en cada frase y nos hace creer que es un Dios del Metal, sin complejos en todas las frecuencias, las pistas ganan mucho con él. Ritmos lentos y más pesados alternan con otros más cercanos al Power, con lo que no hay ganas de desconectar de la escucha, aunque es cierto que hay algún tema que no es muy redondo para el conjunto, pudiera sobrar, pero los gustos son infinitos.
Esa calavera de la portada me guiña cuando comienza Al amanecer, muy veloz y poderosa, flirteando por momentos con el Power, con estribillo adictivo de inicio y unos cambios de ritmo de menos a más. Más Heavy hay en Castigo, entra más profunda, riffs cortantes conducen una pista a medio tempo, los acordes de esa guitarra entre las frases del estribillo me retuercen, son buenos y el teclado entra al combate sin piedad. Mezcla de acordes eléctricos y acústicos en Más allá del cielo, con el mejor estribillo de todos para el directo, tanto cuando va arropado por los instrumentos como cuando se queda solo con la batería y tenue teclado de fondo, una pista indómita con unos parches que sangran.
Con 1001 caminos bien podría atreverme a abrir esa puerta de la portada, porque la fuerza que sientes en esa base rítmica basada en la batería es brutal. Xolotlán esuna instrumental de guitarra y algo de teclado, que solo sirve para que nos relaje, en un paseo virtual, por el Albaicín al atardecer. La última frontera desarrolla una grata melodía con esa guitarra, ¡¡cómo conduce el tema el vocalista!!, otra gran pista con la que podría bajar por esa escalera, escuchando el mejor punteo del disco.
Balada baja pulsaciones con Paraíso perdido, sentida y típica. Ocaso en San Carlos, aun cuando tiene encanto, me rompe un poco los esquemas, yo la hubiera juntado a Xolotlán a golpe de martillo de Thor, solo me sirve para que enfríe el ambiente, sin que Temet Nosce, instrumental en donde teclados y guitarras, en un ritmo ligero, se dan una paliza a ver quién queda en pie, pueda parar esa tendencia. En resumen, estos tres temas seguidos desfiguran lo escuchado hasta ahora, que iba como un torrente de lava.
Fogonazo de antorcha con Nada eterno, que rompe el hielo, ¡menos mal!, y recorre con fuerza tus venas en un ritmo de cabeceo y ambiente festivo. Sonidos de calle lejanos dan inicio a Bipolar, quizás la que tenga una melodía más compleja, va y viene entre cambios de ritmo, con estribillo facilón y directo. Te dará soñolencia Sueño Febril, instrumental con acordes de piano, menos mal que es corta. Afortunadamente, el tema elegido para finalizar es Bajo las sombras, con letra cortante, buenos riffs, de los que te lijan en un ritmo plomizo para romper cervicales y cambios de velocidad que señalan al Thrash.
Disco con personalidad, hubiera eliminado esos temas que blandean el conjunto, más que nada para hacerlo monolítico, con más Metal, aún así recomendable, podría puntuarse con 7,8 puntos sobre diez. Un saludo metálico a todos.
Canciones
- Al amanecer
- Castigo
- Más allá del cielo
- 1001 caminos
- Xolotlán
- La última frontera
- Paraíso perdido
- Ocaso en San Carlos
- Temet Nosce
- Nada eterno
- Bipolar
- Sueño febril
- Bajo las sombras.
Componentes
- Marc Riera. Voz
- Mario Gutiérrez. Guitarra
- Enrique Rosales. Guitarra
- J.M. Salas. Bajo
- Javier Saavedra. Teclista
- Manuel Arquellada “Maolo”. Batería