«Te sentirás como un funambulista en el vacío recorriendo las seis cuerdas de Paul Gilbert.»
Crítica escrita por Luishard
Amigos de Dioses del Metal, esta tarde me he preguntado si hay algo más temerario que realizar una reseña de un disco básicamente instrumental de guitarra. Y encima yo, amante de la batería y que nunca fui un alumno destacado cuando daba clases de bandurria allá por mi época escolar. Por eso cojo al vuelo la frase de algún desconocido habitante de este planeta que dijo “no puedo trasmitiros lo que sé tan solo lo que siento”. Este es el espíritu que encontraréis a partir de aquí.
Este virtuoso de la guitarra, Paul Brandon Gilbert, nacido en el estado de Illinois y formado en Los Angeles, viene de ser criado en las seis cuerdas desde los lejanos 80 y con una carrera en solitario casi completamente llena de discos de rock instrumentales. Publicó este álbum de estudio, que hace el número trece de su carrera, el 25 de junio a través de WHD Victor Entertainment en Japón y el 5 de agosto para el resto del mundo por Shrapnel Records, en varias ediciones que incluirán un DVD didáctico. Son once canciones, tres originales y ocho versiones, con un tiempo total de cuarenta y dos minutos. Para los amantes de los datos, comento que su guitarra principal es una Ibanez de la nueva línea de guitarras custom, las Fireman.
Me preguntaréis qué es con lo que me he encontrado. Una producción intimista, un álbum alegre, muy variado en cuanto a sonido; rock, blues, funky… con lo que se me ha hecho ameno, con los acordes de guitarra como protagonista bien acompañado por el resto de instrumentos y originales y valientes covers. En resumidas cuentas muy musical y sobre todo sumamente original. En las versiones se desnudan parcialmente los temas y se introduce perfectamente ese sonido que solo el hábil de Paul es capaz de sacar a su guitarra. Todo un tesoro para buscadores de piedras filosofales y santos griales.
Al realizar la portada, simple y colorida en tonos pastel, según he leído por ahí por comentarios del autor, se quiso reflejar el mito griego de Sísifo o lo que yo llamo “el día de la marmota”, un castigo repetitivo e interminable. Aquí se expresa en forma de una figura humana de barro empujando una piedra por el canto de una guitarra. Seguro caerá hacia atrás una vez llegue a la cima.
Tarde lluviosa en Nueva Orleans, acabo de llegar a la suite número 11 del hotel Ritz-Carlton y aún estoy aturdido por el “jet-lag” a pesar del corto vuelo en jet privado. Me acerco al aparatoso sistema de audio y trasteo los cd,s para poner un poco de música. Este mismo, me digo, un tal Paul Gilbert. No obstante decido salir a dar una vuelta por la cuidad, por lo que llamo a recepción para que dispongan la limusina con el mismo chófer que me recogió en el aeropuerto, un tal Manolo Sawyer, de origen hispano. Me acomodo en la parte de atrás, me sirvo un Bloody Mary bien cargado y pongo ese cd.
Absorto y relajado por el digestivo empiezo a escuchar Working For The Weekend, de Loverboy y no hecho de menos a ningún vocalista, acordes más rápidos que en el original y magia a raudales me transportan a la siguiente, Back In The Saddle, grabada originalmente por Aerosmith en su álbum «Rocks» publicado en 1976, lógicamente más hardroquera pero con igual rollo, ¿acaso Steven Tyler está al lado de Paul susurrándole el ritmo de la letra?.
Con I Got The Feelin cambiamos de estilo hacia lo funk, ¡todo un James Brown!, y he de deciros que engancha como la original. Cuando escucho Goodbye Yellow Brick Road, de Elton John, me emociono porque me recuerda a aquellos guateques de antaño y los largos solos son alucinantes. Salta Why Don’t We Do It In The Road, nada más y nada menos que de los “Escarabajos”, de 1968, aquí no hay bromas, es una versión muy especial.
Las dos siguientes son originales, Shock Absorber y Purple Without All The Red. La primera empieza con unas frases de Paul y enseguida esos acordes y notas de blues te envuelven, te masajean y te retuercen. La segunda es muy lenta y en acústico, para dormitar en un atardecer en la playa con un Daikiri. Mis queridos The Police salen a escena con Murder By Numbers, de su álbum Synchronicity, de 1983, que por cierto me gustó mucho, por lo que aquí sí que me he acordado de Sting.
Con My Girl se realiza una sensacional y sentida adaptación pop-rock del tema compuesto por el estadounidense Eric Carmen en 1976. Los párpados se me van cerrando con Wash Me Clean de K.D. Land, de su álbum Ingénue de 1992, aunque puede que sea por el exceso de Blody. Con la original Stone Pushing Uphill Man finalizamos el paseo, la peculiaridad es que la canta Paul, lenta y otra vez en acústico, muy intimista y con coros de iglesia evangelista de la mismísima Nueva Orleans.
Siento no haberos podido trasmitir más cosas porque una desagradable voz cavernaria empieza a retumbar en mi mente cada vez con más intensidad, “despierta…despierta…”, ¡¡maldita sea, todo era un sueño!!, encima no me acuerdo de esos números de la primitiva, ¡¡tan solo el siete!!, con lo que voy a puntuar este trabajo con dicha cantidad, un 7 sobre diez puntos para un disco notable en su género. Un saludo metálico a todos.
Tracklist
1. Working For The Weekend
2. Back In The Saddle
3. I Got The Feelin
4. Goodbye Yellow Brick Road
5. Why Don’t We Do It In The Road
6. Shock Absorber
7. Purple Without All The Red
8. Murder By Numbers
9. My Girl 3
10. Wash Me Clean
11. Stone Pushing Uphill Man
Componentes
Paul Gilbert. Guitarra
Mike Portnoy y Kenny Aronoff. Percusión