“Lloviendo metal”
Reseña de Christian Dárchez
No es ninguna novedad que al cantante mexicano Cristian Castro (Que ahora está radicado en Argentina) siempre le tiró el metal, no por nada en sus discos solistas de pop latino y melódico cada tanto cuela alguna que otra canción donde el riff y el machaque son protagonistas como lo hizo en, por ejemplo, “El camino del alma” (1994) en los temas “Con esa morena” y “No te vayas”. Además es sabida su devoción hacia la banda de Maynard James Keenan y Adam Jones Tool (se tatuó el logo de la banda en la espalda, LOL), Black Sabbath, Machine Head o Coal Chamber como el mismo declaró en mas de una ocasión, pero es su carrera solista la que vende miles de discos y con la que convoca multitud de fans como con la que también es multipremiado. Sin embargo esto no lo detuvo y para sacarse las ganas de riffear y tocar rock pesado creó a La Esfinge en 2013 y adoptando el apodo de Lugh Draculea para este proyecto y apenas un año después editó “El cantar de la muerte” (2014) con un estilo claramente influenciado por el metal pero con una veta alternativa muy marcada al que le siguieron algunas presentaciones ese mismo año, pero a partir de 2015 los shows se fueron reduciendo hasta ser dejado de lado dada la agenda apretada del cantante y sus siempre compromisos contractuales. No fue hasta 2018 que Cristian anunció que estaba trabajando en un segundo disco, el cual fue grabado de manera intermitente durante el año pasado. Este año no solo hizo una colaboración con mis compatriotas argentinos Asspera haciendo una versión metalera de “Lloviendo estrellas” sino que comenzó a reclutar músicos para la nueva formación puesto que ya no cuenta con Alexei Torres y David Avilés que acompañaron a Cristian en las sesiones de grabación, y así entraron el guitarrista Ignacio “Chowy” Fernandez (Pronoia) el tecladista Alejandro Graf (Barilari, Jezabel, Domination) el bajista Ruido Barilari (Hijo de Adrián Barilari de Rata Blanca) y el baterista Alan Fritzler (Octafonic, Barro). El 20 de octubre finalmente se editó “La cruel cantora” y acto seguido la banda hizo 2 shows de presentación a fines del mes pasado en el Teatro Vorterix. Si me lo preguntan en lo personal debo decir que se trata de un buen segundo trabajo que se deja escuchar y disfrutar.
“La cruel cantora”, segundo disco de La Esfinge, se presenta como un álbum diferente a su predecesor donde la onda alternativa fue suprimida por completo y fue reemplazado por un Metal de corte moderno por momentos Hard rockero donde no faltan guiños a la onda progreta (mas en la ejecución que en los pasajes) como al sinfónico, extremo y al gótico. Otro punto a favor es que en esta oportunidad Cristian Castro…Perdón, Lugh Draculea se tomó las cosas mas en serio y por eso “La cruel cantora” contó con una mejor y mas depurada producción, cosa que favoreció mucho a la potencia de las guitarras y las bases que suenan poderosas. La cosa arranca bien con el riff progreta del medio tiempo pesado Mi sueño ha de morir con la voz de Draculea sonando muy abajo de lo que se lo conoce comúnmente aunque sabemos que es para amoldarse al lineamiento pasando por la mas movida, oscura y gótica Lobos y el hard rock de Grand prix formula 1. La onda casi sinfónica de la riffera y constante El brutal caín se anota entre los momentos mas destacados del disco. la cosa se vuelve a poner oscura con la cadenciosa Hedonismo evolución y el andar místico del riff monolítico de Moiras portadora de muy buenas y potentes pausas hasta que luego muta en velocidades hiperkinéticas. Tal vez Malfarium en pos de darle al disco una pausa de tanto riff potente, el aire a Opeth no estuvo del todo aprovechado y quede como lo mas endeble del disco. Por suerte la onda Heavy/Power de la veloz y potente Cuarta dimensión hasta casi tomar matices Death melódicas hacia el final, algo parecido ocurre con la violentísima Principes siniestros y su onda Black/Gothic que incluyen algunas voces en plan growl. En la pausada Las consecuencias la influencia de Opeth estuvo mucho mejor trabajada y se incluyen algunos coros a lo Therion que no le sientan para nada mal. Para el final llega el Hard rock progreta de la canción homónima del disco en la que se puede percibir algo de la banda favorita del cantante (o sea Tool) pero donde lleva toda su devoción hacia la banda de Keenan y Jones es en el andar retorcido y progreta de A un punto divino que tranquilamente podría ser un tema perdido de “Lateralus” (2001) de Tool pale da un buen cierre al álbum.
La producción como mencioné arriba fue muy superior a su predecesor de 2014 donde las mas favorecidas fueron las guitarras y bases rítmicas aunque los teclados quedaron relegados a acompañamientos se los escucha de manera nítida. Y cuenta con una buena portada. Tal vez a Cristian a nivel vocal se lo escucha disminuido dado el linieamiento musical y mas cuando en su carrera principal se lo oye desplegando todo su potencial, pero es innegable que estamos ante un buen segundo disco de este proyecto que se lo siente variado y entretenido; sabemos que su agenda apretada dificultará tener un sucesor a corto plazo, lo cual sería interesante de escuchar dado que se rodeó de un muy buen plantel de músicos. Mi recomendación es que a la hora de acercarse a el uno se deshaga de los prejuicios para comprobar que Cristian además de ver llover estrellas en su habitación tambien puede componer y tocar piezas pesadas sin problemas. ¡Bien por el!
La esfinge 2023
Lugh Draculea (Cristian Castro): voz y guitarra
Ignacio “Chowy” Fernandez: guitarra
Alejandro Graf: teclados
Ruido Barilari: bajo
Alan Fritzler: batería
Canciones
Mi sueño ha de morir
Lobos
Grand prix fórmula 1
El brutal Caín
Hedonismo Evolución
Moiras
Malfarium
Cuarta dimensión
Príncipes siniestros
Las consecuencias
La cruel cantora
A un punto divino